Cuando era adolescente fui la mayor fanática de Johnny Depp, pero ahora nunca lo admitiría
Estoy segura de que no soy la única en haber adorado previamente a una estrella que ahora es problemática; parece que todos nuestros ídolos se quedan cortos con el tiempo, aunque algunos de manera más controvertida y dañina que otros
Cuando era adolescente, Johnny Depp era mi ídolo. Desde papeles poco convencionales en Edward Scissorhands, Benny and Joon y What's Eating Gilbert Grape hasta en éxitos de taquilla como Pirates of the Caribbean: The Curse of the Black Pearl, su presencia en la pantalla fue un deleite para mí. Eligió personajes extraños, hizo películas que resonaban con mi identidad adolescente inadaptada y era devastadoramente atractivo, una combinación ganadora.
Cubrí mis paredes y el planificador escolar con fotos de Depp, y pasé horas en los foros de mensajes de Internet hablando sobre su actuación, su estilo grunge y sus ojos hipnóticos. Tenía un póster de tamaño natural del Capitán Jack Sparrow en mi habitación. Hice banners HTML animados y brillantes con sus muchos personajes.
A medida que la demanda multimillonaria por difamación de Depp contra su exesposa, Amber Heard, continúa en Virginia, me puse a pensar en mis días de fangirl. Los rasgos que me atrajeron del actor cuando yo tenía 13, 14 y 15 años ahora se sienten desgastados y degradados, como una fotografía amarillenta que se ha dejado al sol.
Sus excesos reportados (la pérdida de su fortuna de US$650 millones, las decenas de miles de dólares al mes gastados en vino, los viajes aéreos privados, las 12 instalaciones de almacenamiento de recuerdos de Hollywood) ahora suenan más a autocomplacencia obscena que a un forastero del rock 'n' roll que gusta de ir más allá del límite. Su imagen de rebelde librepensador e inconformista, que elige papeles extravagantes en películas independientes, que se niega a encajar en el molde de Hollywood y se enfrenta a la policía, se ha transformado, con el tiempo, en algo mucho más oscuro y triste.
Como parte de la demanda en curso, se han mostrado mensajes de texto perturbadores de Depp. La abogada de Heard le preguntó a su amigo Isaac Baruch: “¿Recuerdas si el Sr. Depp alguna vez te dijo que esperaba que el cadáver en descomposición de Amber Heard se estuviera descomponiendo en el maldito maletero de un Honda Civic?”, Baruch respondió: “Sí. Bueno, digo que sí, lo estoy viendo aquí, así que obviamente, sí, se dijo. Fue escrito”.
Mi yo adolescente vio un alma gentil e incomprendida: un artista torturado, alguien que no estaba preparado para ser un ídolo adolescente fabricado después del éxito de 21 Jump Street, que se estrenó en 1987.
Quince años después de mi etapa de fangirl de Depp, ya no soy una adolescente ilusionada, y elijo creerles a las mujeres que denuncian experiencias de abuso. En 2020, Depp perdió su demanda por difamación en el Reino Unido, ya que el Tribunal Superior de Justicia de Inglaterra y Gales dictaminó que la mayoría de las acusaciones de Amber Heard se habían probado en un estándar civil.
Parece que la versión de Johnny Depp que conocimos en la década de 1990 y principios de la de 2000 ya no existe. Tal vez mi visión idealizada y adolescente de él como un héroe antisistema nunca existió realmente. Ha pasado mucho tiempo desde la última vez que me entusiasmó una película de Johnny Depp. Incluso la alucinante versión de Alice in Wonderland de Tim Burton en 2010 se sintió como un territorio muy trillado para el actor, uno que lo en encasillaba en lugar de ser innovador.
Estoy segura de que no soy la única en haber adorado previamente a una estrella que ahora es problemática; parece que todos nuestros ídolos se quedan cortos con el tiempo, aunque algunos de manera más controvertida y dañina que otros.
En Depp vi creatividad, excentricidad, alegre rareza: una celebración de ser diferente. Gracias a su actuación en Fear & Loathing in Las Vegas, devoré la escritura de Hunter S Thompson y descubrí las ilustraciones de Ralph Steadman. Después de ver The Libertine, me inspiré para leer la poesía del siglo XVII de John Wilmot, el segundo conde de Rochester. Johnny Depp parecía tener cierto encanto, tanto dentro como fuera de la pantalla.
Ahora, se siente que esa magia verdaderamente ha desaparecido.