Opinión: Meghan Markle es lo mejor que le ha pasado a la familia real británica
Simplemente no me canso del contenido de Meghan
Se considera pasado de moda amar de verdad a la duquesa de Sussex. En el mejor de los casos, se supone que debemos entablar la tibia defensa de que no es tan mala. Tal vez un poco demasiado estadounidense, un poco demasiado directa para el gusto de los mayores de 50 años. Pero iré más allá: amo a Meghan. Soy fan de literalmente todo lo que ella hace. Ella es lo más interesante que le ha pasado a la familia real en mi vida; lo único que me ha hecho tomar el más mínimo interés en lo que está haciendo todo aquel clan obsoleto.
Incluso el nuevo documental de Netflix (tres nuevos episodios de Harry y Meghan estrenaron hoy por si has estado viviendo debajo de una roca) no hizo nada para disuadirme. El momento en que aparecieron los primeros tres episodios en la plataforma la semana pasada, ciertas secciones de la prensa británica se unieron y se pusieron en modo batalla. ¡El documental fue vanidoso! ¡Aburrido! ¡Una falta el respeto a la difunta reina! ¿Cuándo dejarían Harry y Meghan de lloriquear y continuar con sus vidas millonarias en su complejo de paredes altas de California? Me sentí como si fuera la única persona del mundo que disfrutó cada bocado de lo que estaba sirviendo la pareja. Admítelo: nunca has visto a miembros de la realeza tan felices, divertidos y sueltos como esta pareja en sus fotos y videos personales.
A pesar de mi amor por ella, puedo ver exactamente por qué Meghan Markle irrita tanto al establishment británico. Pero seré honesta: si alguna de las anécdotas que la pareja compartió en el documental de Netflix fue insensible con la opinión pública o destinada a irritar a los que odian a Meghan, eso solo hizo que yo la disfrutara más. ¿Aquella reverencia tan publicitada por ejemplo? Es la primera mujer que ingresa a la vida real y se atreve a sugerir que los protocolos arcaicos de la familia podrían no ser del todo necesarios, y que ciertamente no serían de interés para el resto del mundo. No, no había aprendido a hacer reverencias ni había comprado una guía de códigos de conducta aristocrática. A diferencia de un mínimo porcentaje de las clases altas británicas, no le interesan los gestos ni los códigos inventados hace siglos.
Meghan, a diferencia de tantos trolls, y de hecho miembros de la realeza, parece disfrutar de su vida. Hay confianza y fluidez en su cadencia en la pantalla. Se nota que sabe exactamente cómo expresar algo: contar una historia, describir un sentimiento. Es una cualidad perfeccionada por charlas francas y una apertura a la terapia, y que hace que algunos británicos de cierta generación o escuela política se sientan profundamente incómodos. Y Harry, previamente silencioso, enojado, que hablaba entre dientes, parece haberse contagiado de forma maravillosa con esa actitud.
Cuando comencé a escuchar el podcast de Meghan, Archetypes, me impresionó su estilo como entrevistadora además de sus introducciones dramáticas y cuidadosamente estructuradas. Recuerda mucho al contenido de Goop de Gwyneth Paltrow (supuestamente una inspiración para Meghan en sus días de bloguera de lifestyle). Al escuchar a Gwyneth entrevistando a “expertos en descanso” y comerciantes de huevos de jade, sabes perfectamente que le importa un car*** lo que pienses de ella. Ella piensa que es interesante, no le preocupa que el contenido sea indulgente, y nosotros, los oyentes, simplemente podemos optar por participar o no. Ambas mujeres se criaron en Los Ángeles y se les enseñó que podían ser lo que quisieran: una princesa, presumiblemente, ocupaba un lugar muy bajo en la lista.
Escucho a la gente criticar el contenido de Meghan con asombro. Hay el ejemplo de Arquetipos. ¿Cuántos podcasters primerizos pueden decir que conversaron largo rato con Mariah Carey, Serena Williams y Paris Hilton en la primera serie? Si Meghan no tuviera ninguna conexión con la familia real, la estaríamos felicitando por sus entrevistas tan importantes. Pero no es el caso. Molesta a los británicos porque es serena, talentosa, una estrella nata y no toma sus decisiones diarias en función de lo que fulana de tal piensa de ella.
Es esta actitud inquebrantablemente enfocada y extremadamente californiana lo que disfruto tanto en Meghan.
Tal vez depende de cuál era tu opinión sobre la familia real antes de Meghan. Para mí, eran algo parecido a un paquete olvidado de galletas saladas, que silenciosamente se volvían rancios en la parte trasera de la despensa de la nación británica. El Príncipe Harry era lejos el miembro más atractivo, pero ni siquiera él inspiraba mucho interés. Entra Meghan, y de repente tenemos estilo; sesiones de foto de una pareja genuinamente enamorada; planes para apoyar causas excelentes; instantáneas brillantes sacadas bajo un paraguas ¿Una princesa que hace yoga, ama a su perro y tenía una vida (incluso un matrimonio) antes de unirse a The Firm? A la familia real la hizo parecer de repente interesante.
Al ver el primero de los nuevos episodios de Harry y Meghan, parece que solo una asistente real estaba de acuerdo conmigo. Meghan describe cómo una miembro del personal no identificada la describió como “organismo extraño” que había hecho tropezar al “pez” real (paciencia con la metáfora) en su trayectoria. “Ella explicó que, ‘Pronto verán que es más fuerte, más rápido, incluso mejor ahora que este organismo forma parte de él’,” dice Megan. No es la mejor metáfora del mundo, pero me llamó la atención que la elección de palabras de esta miembro del personal retratara a Meghan como alguien absorbido, tal vez incluso comido, por la máquina real para impulsarse hacia adelante. En cambio, como sabemos, se atragantaron con ella y la escupieron.
Hay una razón por la que las mujeres que se han librado de dinámicas y lazos familiares desagradables se identifican tanto con Meghan. A veces necesitas deshacerte del peso de las expectativas y opiniones de otras personas para hacer grandes cosas. Especialmente, tomando la famosa reverencia equivocada que hizo Meghan a la reina Isabel II como ejemplo, si la realeza nunca te deslumbró tanto.
No es difícil ver por qué la princesa exiliada quiere dirigir su propio programa y ser un pez independiente y no el alimento para peces. Es posible que su estilo, calidez, perspectiva y estilo de influencer sean superiores a cualquier plataforma que la realeza británica podría haberle ofrecido. Si tiene más para mostrarnos, la felicito: no importa lo que digan los titulares, estaré observando con interés.
Traducción de Anna McDonnell