Ucrania tiene una de las tasas de VIH más altas de Europa; invasión rusa podría retrasar lucha contra el virus
Bajo bombardeos y misiles, los médicos arriesgan sus vidas para tratar a las 250.000 personas con VIH en Ucrania. Temen que la guerra pueda retrasar sus esfuerzos décadas, informa Bel Trew desde Odesa y Zaporizhzhia
El bombardeo es tan intenso que en los días malos tiñe el cielo de naranja. Pero a pesar de esto, Iryna Bondarenko y su equipo suben a sus autos y conducen a través de las explosiones para entregar medicamentos y servicios vitales a las personas que viven con VIH en Ucrania.
Trabajan con APH (Alliance for Public Health), la ONG centrada en salud más grande de Ucrania, que desde el comienzo de la invasión de Rusia sigue con su apoyo a miles de personas con VIH y SIDA en todo el país.
Es un trabajo vital, ya que Ucrania tiene una de las tasas de VIH más altas del mundo: en este momento más de 250.000 de sus habitantes viven con el virus.
Casi la mitad de ellos residen en ciudades y regiones que están bajo fuertes bombardeos, lo que genera temores de que la guerra solo empeorará la epidemia de Ucrania y que incluso podría “revertir los avances contra el virus 20 años” si se reducen el tratamiento, las pruebas y se cortan los suministros médicos.
Llegar a los pacientes, o clientes, como los llama la organización benéfica, es una pesadilla, al igual que llevar suministros a áreas que sufren intensos combates.
En Mykolaiv, donde vive y trabaja, Bondarenko tiene que navegar en un frente en movimiento, ya que las fuerzas ucranianas han repelido durante semanas los intentos rusos de apoderarse de la estratégica ciudad portuaria.
Kherson, a solo 40 millas (64 kilómetros) de distancia a lo largo de la costa del Mar Negro, está ocupada por las fuerzas rusas. El equipo de APH intenta trabajar allí y evitar a los soldados rusos fuertemente armados que patrullan la ciudad.
Más abajo en la costa, en Mariúpol, que ha estado bajo asedio durante más de un mes y ha sufrido algunos de los bombardeos más intensos, dos de los colegas de Bondarenko están desaparecidos.
La red telefónica se cortó al comienzo de los enfrentamientos. Aún se desconoce el paradero y destino de los dos empleados de APH, mientras que la organización benéfica cree que bombardearon sus instalaciones.
“Nos preocupa que a nuestros equipos los impacten bombardeos, ataques aéreos, cohetes, misiles, todo, pero nuestros clientes están aún más asustados. Así que tenemos que trabajar, es esencial”, dice Bondarenko mientras describe las explosiones cerca de su casa.
Ella dice que la organización solía administrar una clínica móvil bien surtida en Mykolaiv, la cual recorría la región y brindaba servicios de prueba, tratamiento y apoyo social para comunidades vulnerables, incluidos usuarios de drogas y trabajadores sexuales. Pero desde que la guerra asoló su ciudad, ella y sus colegas recurrieron a usar autos personales o viajar a pie, porque las camionetas que albergan las clínicas “son grandes, brillantes y, por lo tanto, podrían convertirse fácilmente en un objetivo para los ataques aéreos”.
“Tenemos que trabajar, no tenemos otra opción. Es tan importante como lo que hacen los militares en el frente”, asegura.
Los trabajadores de la salud ucranianos temen que haya un aumento en las enfermedades infecciosas, desde la tuberculosis hasta el covid-19, ya que la invasión por parte de Rusia destruyó partes del sistema de salud y las redes de suministro del país.
Están bastante preocupados por el VIH. Antes de la guerra, Ucrania ya lidiaba con la segunda epidemia de VIH más grande en Europa del este y Asia central, según Frontline Aids, una organización global que apoya a APH y que actualmente realiza una importante campaña de recaudación de fondos para la organización benéfica.
Dicen que más de 250.000 personas viven con el virus en Ucrania, un número que aumenta en un 15 por ciento cada año.
Ana Korobchuk, coordinadora regional de APH en la ciudad costera de Odesa, dice que la mayoría de los ucranianos con VIH viven en las ciudades y regiones más afectadas por la invasión de Putin. Estas incluyen algunas de las ciudades costeras, así como las áreas alrededor de Kharkiv y Chernihiv en el este y noreste de Ucrania.
“Ocho de las 10 regiones en las que trabajamos están bajo bombardeos: las zonas más afectadas por el VIH son también las más afectadas por la guerra”, añade.
Se retrocedió 20 años la lucha de Ucrania contra el VIH y el SIDA, dice Natalia, de la organización benéfica Spodivannya, socia de APH que opera en la zona devastada por la guerra alrededor de Zaporizhzhia.
“Estamos muy preocupados de que el VIH/SIDA empeore mucho durante la guerra. En este momento, la situación actual, en cuanto a la falta de jeringas, condones, todo el material higiénico, cubrebocas, pruebas, todo, es como si hubiéramos retrocedido 20 años”, dice. “Es por eso que tratamos de llevar todos los suministros que podamos a quienes más lo necesitan”.
Ella dice que enfrenta problemas similares con sus equipos en las áreas afectadas por la guerra. Spodivannya ha tenido poco o ningún contacto con los miembros de su equipo en la ciudad de Berdyansk, ahora controlada por Rusia, que está al lado de Mariúpol en la costa.
“No podemos trabajar en las áreas ocupadas y preocuparnos por nuestros [pacientes] que están allí”, agrega, y pide que no se publique su apellido por temor a represalias contra su personal en esas áreas ahora en manos del ejército ruso.
“También hemos convertido nuestras clínicas en centros de ayuda humanitaria y proporcionamos medicamentos, suministros médicos y alimentos a los más vulnerables”, continúa.
Mientras tanto, ambas organizaciones benéficas dicen que les preocupa que el movimiento masivo de personas contribuya al empeoramiento de la crisis del VIH en Ucrania durante el conflicto.
La invasión de Ucrania por Vladimir Putin ha provocado la peor crisis de desplazamiento y refugiados en Europa desde la Segunda Guerra Mundial. Hasta ahora, más de 4,2 millones de personas huyeron de Ucrania y a otros 6,5 millones los desarraigaron de forma internaen el país.
Korobchuk teme que esto hará que la epidemia de VIH en Ucrania se propague de manera más amplia. “Actualmente establecemos instalaciones en la ciudad occidental de Lviv para gestionar esto”, dice ella.
Sin embargo, la principal preocupación son los propios clientes, muchos de los cuales pertenecen a comunidades vulnerables, empobrecidas y marginadas.
La mayoría no tiene los documentos que les permitirían salir del país en caso de que se acabaran los medicamentos, y lidian contra la adicción, mientras que las drogas ilícitas, junto con los medicamentos que los ayudan a lidiar con su dependencia, son cada vez más escasos.
Anatoly, de 39 años y delicado, recibe tratamiento para el VIH de APH. No quiere irse de Ucrania, pero teme tener que hacerlo si se acaban los medicamentos.
Sin embargo, como hombre en edad de luchar, no se le permite salir a través de ninguna de las fronteras de Ucrania tras una movilización general emitida por el presidente ucraniano. Se volvió adicto a la heroína a los 15 años y ahora lleva seis años limpio, pero todavía lidia con el estigma social de ser un exadicto.
“Estoy bastante preocupado por aquellos que están atrapados en lugares como Mykolaiv”, le dice a The Independent sentado junto a su trabajadora social, Liudmyla.
“Cuando conocí a mi trabajadora social por primera vez, no podía soportarlo, estaba muy enfermo. El tratamiento me ha salvado la vida. Me preocupa qué pasará con los suministros si esto continúa”.
Sus temores son compartidos por Oleg, de 43 años, quien también se volvió adicto cuando era adolescente y descubrió que había contraído el VIH a los treinta.
“Al final serán los rusos los que detendrán nuestro tratamiento, lo que sería un desastre”, dice.
Mientras tanto, los médicos y trabajadores sociales trabajan arduamente para garantizar que sus servicios no se detengan. Para Iryna, eso significa encontrar formas creativas de hacer llegar los suministros a los más necesitados, a pesar de los bombardeos.
“Para muchos de nosotros, no sabemos si nos despertaremos mañana, si llegará la tarde siguiente”, expresa, mientras se prepara para otro día de trabajo en una zona de guerra. “Pero hoy trabajamos, porque tenemos que hacerlo”.
The Independent se enorgullece de su historia llena de campañas por los derechos de los más vulnerables, y lanzamos nuestra campaña Refugees Welcome por primera vez durante la guerra en Siria en 2015.
Ahora, al renovar nuestra campaña y lanzar esta petición a raíz de la crisis ucraniana actual, hacemos un llamado al gobierno para que emprenda mayores medidas y con mayor velocidad para garantizar que se brinde la ayuda.
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