Vanessa Guillén fue acosada sexualmente y luego asesinada por un compañero. Ahora su hermana cuenta su historia
Vanessa Guillén, de 20 años, era una joven soldado de Fort Hood cuando le confió a su madre que estaba siendo acosada sexualmente. En cuestión de meses, murió. Su hermana mayor le cuenta a Sheila Flynn cómo el sueño americano de la familia para Vanessa se convirtió en una pesadilla y cómo están luchando por otras víctimas militares
Esta nota fue originalmente publicada en enero 2022.
Mayra Guillén y su hermanita tenían un código.
La hermana mayor, nacida apenas un año y unos meses antes que Vanessa, odiaba hablar por teléfono. Ella y sus otros familiares usaban sobre todo los mensajes de texto para las conversaciones casuales; si alguien hacía una llamada telefónica real, el acuerdo es que responderían.
Era importante.
Así que, en abril de 2020, cuando Mayra llamó varias veces a Vanessa y no obtuvo respuesta, luego de que amigos y familiares se dieran cuenta de que la joven soldado del ejército había estado inusualmente silenciosa, la hermana mayor supo que algo estaba terriblemente mal.
Se subió al auto y condujo tres horas desde la casa de la familia en Houston a Fort Hood, donde Vanessa estaba asignada. Ahí fue cuando los temores de Mayra se profundizaron, y cuando vio por primera vez a un hombre que la hizo querer “vomitar”, cuenta la joven de 23 años a The Independent.
Ese hombre era Aaron David Robinson, un joven de 20 años de los suburbios de Chicago que se estaba especializando en artillería de armas pequeñas junto con Vanessa, dice Mayra.
“Se destacaba entre todos”, así que le preguntó a otro soldado quién era.
“Cuando me dijo ‘oh, ese es Robinson. También está en blindaje, y fue una de las últimas personas que la vieron’ ... ahí fue cuando sentí instantáneamente que se me caía el corazón”, dice Mayra.
“Cuando lo vi esa mañana, sentí que la energía hacia él era extraña. Y sentí en mi corazón que él sabía algo o tenía algo que ver con la desaparición de mi hermana”.
Ella continúa: “Lo volví a ver en la oficina de la Policía Militar y ... estaba siendo muy anormal, muy impaciente, y eventualmente, cuando me miró, porque yo estaba allí llorando, tratando de mantener la compostura, simplemente se rio mientras se iba”.
“Y ahí es cuando dije ‘es este tipo’. Supe en mi corazón que era él, que él tenía algo que ver. Pero no tenía forma de decirlo, ninguna evidencia, nada. Y la gente pensaría que estaba loca si lo señalaba sin siquiera conocerlo”.
Sin embargo, sus instintos eran correctos. Poco más de dos meses después, luego de un agonizante periodo en el que no supieron nada del destino de Vanessa, restos parciales que eventualmente fueron identificados como los de su hermana fueron descubiertos cerca del río Leon.
Horas más tarde, Robinson se suicidó de un tiro. Es el presunto asesino de Vanessa.
El caso paralizó a la nación y planteó más preguntas que respuestas, particularmente sobre los ataques sexuales dentro de las fuerzas armadas. La familia de Vanessa, quien nunca se imaginó defendiendo públicamente nada, según confiesa Mayra a The Independent, en dos años ayudó a que se aprobara una nueva legislación para proteger a víctimas como ella.
Hay mucha ira, señala Mayra, y los Guillén la han dirigido hacia la defensa. Su actitud hacia las fuerzas armadas y sus procesos contrasta marcadamente con cómo se sentían cuando Vanessa se enlistó, cuando partió tres días después de su graduación de la preparatoria.
Le habían impresionado los primos y tíos que habían servido en el ejército, tanto en México como en Estados Unidos, cuenta Mayra. Vanessa era la segunda de seis hijos nacidos de padres inmigrantes mexicanos, criada en Houston en una familia de hermanos a los que les encantaba jugar al aire libre.
Era tímida pero atlética, describe Mayra a The Independent; en la escuela secundaria se hizo evidente que estaba considerando seriamente unirse al ejército, siguiendo los pasos de la familia.
“Estaba muy a medio camino entre comenzar una carrera en el fútbol, buscando ser algún día una jugadora profesional, o entrar al ejército”, relata Mayra. “Estaba muy indecisa entre ambas cosas, pero al final, eligió el ejército. Siento que estaba muy inspirada por eso”.
Vanessa se embarcó a Carolina del Sur, la primera de su familia inmediata en viajar a cualquier parte de los EE.UU. fuera de Texas, señala Mayra. Su hermana fue la única que viajó a la ceremonia de graduación de Vanessa para representar a un clan que estaba ferozmente orgulloso de su hija adolescente haciendo realidad el sueño americano.
“Me sentí muy honrada de tener una hermana que estaba en servicio actualmente”, menciona Mayra. “Era algo por lo que todos estábamos muy felices. Ves el uniforme y piensas en Estados Unidos ... cómo ella sirvió a un país del que sus padres no eran originarios pero quería seguir el sueño y ayudar a mis padres de alguna manera, y mostrar a mis padres que sus esfuerzos al venir aquí habían sido lo suficientemente fuertes como para impulsar a Vanessa a servir”.
Después de Carolina del Sur, Vanessa pasó unos meses en Virginia y “estaba tan feliz como se podía”, comenta Mayra.
“Hizo tantos nuevos amigos, estaba eligiendo la carrera que optaría, básicamente todo era muy bueno para ella. Podías verlo en sus ojos, en su cara, en su sonrisa. Estaba más brillante que nunca”.
Luego, Vanessa terminó de regreso en Texas, feliz de servir en Fort Hood, a poca distancia de su unida familia. Pero sus frecuentes visitas a casas pronto revelarían que su experiencia militar ya no era tan positiva como antes.
“Empezamos a ver cambiar su apariencia, y su espíritu, ella misma”, narra Mayra a The Independent. “Y eso fue después de que estuviera [en Fort Hood] por un par de meses.
“Me di cuenta en enero del año 2020, y fue solo que su comportamiento era muy diferente. Podías ver que le costaba trabajo dormir o que no era tan habladora o alegre como en el pasado.
“Sí nos preocupó un poco”.
La soldado trató de hacerlo pasar como el resultado de madrugar y el duro trabajo físico, pero la madre de las chicas eventualmente arrinconó a Vanessa y la hizo admitir que estaba pasando algo grave en Fort Hood, agrega Mayra.
“Allí fue cuando Vanessa se sinceró por completo con mi madre sobre que había alguien que la acosaba sexualmente en la base, pero que realmente no podía hacer mucho al respecto, y que si lo hiciera, iba a ser por su cuenta y a su manera”, dice Mayra.
Si bien su madre era propensa a “reaccionar exageradamente”, añade Mayra, “Vanessa no la dejó. Mi mamá respetó su decisión y partió de ahí.
“Lamentablemente, desapareció, y allí fue cuando prácticamente todo quedó descubierto”.
Mayra y el resto de la familia desconocían por completo la situación de acoso hasta que Vanessa desapareció, y pasarían meses hasta que encontraron los restos de la soldado y más detalles salieron a la luz.
Vanessa fue descubierta el 30 de junio de 2020 y Robinson se suicidó en las primeras horas del 1 de julio. Su novia, Cecily Anne Aguilar, quien también era esposa de otro soldado, aunque estaban separados, pronto fue acusada de 11 cargos relacionados con la muerte de Vanessa. Catorce líderes militares también fueron despedidos o suspendidos después de que una investigación en torno al manejo del ejército de las denuncias sexuales encontrara fallas graves.
Una investigación del Ejército Especial de EE.UU. publicada en abril del 2021 determinó que Vanessa había sido acosada sexualmente dos veces por un supervisor, quien no es el hombre sospechoso de su asesinato.
Los Guillén se decepcionaron repetidamente de los esfuerzos y las respuestas de los militares, señala Mayra a The Independent, empezando con la llegada de la hermana mayor a la base y la admisión por parte de los superiores de Vanessa de que habían perdido el rastro de la joven soldado durante la mayor parte del día.
“Algo se sintió muy extraño y, en ese momento, sentí que ella estaba en peligro, y les dije ‘tienen que buscarla’”, expresó Mayra. “No hubo mucha cooperación. Dijeron que tenía que presentar primero un reporte con los policías militares ... y, en el momento en que entré en la oficina, pensé ‘esto tiene que ser una broma’”.
“El oficial apenas me preguntó cuál era su nombre, y sentí que me estaba interrogando un niño, y me estaba frustrando mucho”.
Su experiencia en Fort Hood, y la tragedia de la muerte de Vanessa, fueron difíciles de reconciliar con la percepción que tenía la familia de las Fuerzas Armadas de EE.UU., apunta.
“Piensas en el ejército, piensas en el honor y eso, y no piensas nada negativo, porque tu ser querido está luchando por la libertad”, menciona. “Y fue difícil para nosotros pensar en algo negativo ... nada relacionado, ya sabes, con la oscuridad detrás de todo”.
Sin embargo, desde entonces han tenido sus ojos abiertos a esa “oscuridad”, particularmente con la ayuda de la abogada y defensora Natalie Khawam, quien se enfrentó por primera vez con los problemáticos procesos militares en un caso pro bono, le dice a The Independent.
No podía creer lo que escuchaba de los soldados y veteranos y, cuanto más profundizaba, más incrédula se volvía. También ganó más determinación para luchar contra el sistema y los problemas sistémicos, señala la fundadora del bufete de abogados Whistleblower, ubicado en Tampa, Florida.
Antes de entrar en contacto con los Guillén, la abogada trató con una soldado que había sido violada y un miembro del servicio que alegaba negligencia médica por parte de los militares. Khawam, una inmigrante de primera generación al igual que Vanessa y Mayra, comenzó a identificar e investigar más y más áreas de interés relacionadas con asuntos militares.
“Era un sistema anticuado que no tenía sentido para mí, y cada vez que lo miraba, lo examinaba ... me disgustaba mucho la falta de respeto que veía, y de responsabilidad, que nuestros militares mostraban hacia las víctimas de ataques y acoso sexual”, comenta a The Independent. “Me importa porque es un tema de derechos humanos. Para mí, es una violación de ... derechos humanos, cuestiones de derechos humanos”.
A medida que el tema de la agresión y el acoso sexual seguía ganando terreno en la esfera civil, mientras se comprometía con el caso de los Guillén, se dio cuenta de que aún había grandes avances que hacer con respecto a tal conciencia en las fuerzas armadas.
“La estrategia más importante fue asegurarnos de que se volviera un problema doméstico ... porque era un problema militar”, señala Khawam a The Independent. “La gente sabía algo sobre el MeToo, pero nunca se enteraron sobre los ataques sexuales en el ejército, porque [piensan] ‘no estoy en el ejército, ¿por qué debería preocuparme?’. La mayoría de la gente piensa así.
“Realmente creo ... cuando creas conciencia sobre algo, puedes ayudar a que se haga justicia. Cuando expones algo, creas conciencia, y cuando creas conciencia, puedes generar un cambio.
“Quería que la gente viera Good Morning America ... y de esa manera la gente hablara de eso, y cuando la gente habla sobre eso, se involucra. A la gente le gusta ver el cambio y que la gente se sienta parte de ese cambio de hacer justicia para ayudar a la gente”.
Los esfuerzos conjuntos de Khawam y la persistente familia Guillén ya han producido tal cambio. El presidente Joe Biden promulgó la Ley de Autorización de Defensa Nacional, que incorpora disposiciones de la Ley Soy Vanessa Guillén.
Un problema importante en el ejército, uno que los familiares de Vanessa creen que hicieron que la soldado no informara a sus superiores sobre los problemas de acoso, es que, históricamente, los comandantes directos asignados eran asignados para investigar las acusaciones, lo que significa que probablemente tuvieran relaciones personales tanto con los acusadores como con los acusados.
Según la nueva legislación, que entró en vigor el 1 de enero, estos comandantes ya no estarán involucrados en tales investigaciones.
Sin embargo, la familia de Vanessa, su abogada y muchos otros defensores creen que las reformas deben ir mucho más lejos.
“En este momento, es como una palmada en la espada, y, lo siento, un ‘gracias por tu servicio’ no es suficiente para mí”, aseveró Khawam a The Independent.
“Si a una gimnasta le pueden pagar US$420 millones por ser atacada, y a una actriz, quienes, por cierto, todas tienen el derecho a eso, eso es lo que decidió algún tribunal, eso es con lo que estoy de acuerdo, porque eso es lo que creyeron que era comparable ... nuestras soldados no tienen derecho ni a un centavo. Un centavo sería un centavo más de lo que tienen derecho ahora. No están recibiendo nada”.
Khawam dice que los problemas no empezaron “necesariamente en los tribunales; el problema es sistémico. Era una cuestión cultural”.
Khawam explica a The Independent: “Las leyes pueden cambiarse. Es solo la mentalidad. Así que, puedes tener todas las leyes vigentes, pero depende de si las están implementando, de si están siguiendo realmente sus propios códigos ... Este es un problema mayor con la forma en que el ejército, en su conjunto, maneja los ataques sexuales y el acoso sexual.
“Creo que comienza desde al principio, desde el inicio, cuando se reportan ... la forma en que manejaron mal el reporte y lo barrieron bajo la alfombra me hizo decir ‘bueno, no es el tribunal en sí. Es el sistema. Y la forma en que se reportan las cosas tiene que cambiarse’”.
La legislación que entró en vigencia a inicios del mes es un gran logro para la familia Guillén y otros grupos que han luchado durante años para lograr un cambio, pero los hermanos de Vanessa, sus padres y su abogado están comprometidos en continuar con su inesperado impulso por justicia militar, alentados por el recuerdo y el espíritu de la joven soldado.
“Lo que necesita hacerse a continuación es el derecho a presentar quejas, para que estas familias o víctimas estén completas, son los próximos pasos en los que vamos a trabajar con el Congreso este año”, señala Khawam.
Mientras tanto, en la casa de la familia Guillén, en Houston, la primera foto visible al entrar sigue siendo una de Vanessa en uniforme, y Mayra lleva consigo una fotografía del ejército del tamaño de una billetera en la funda de su teléfono, confiesa.
“Siempre miro su foto y digo 'me dejaste mucho trabajo, pero está bien. Podemos con esto’”, expresa Mayra. “Es gracioso, porque así nos hablábamos. Y estoy bastante segura, lo sé, de que ella está muy orgullosa de ver lo que hemos conseguido. Y ella está más que feliz de ver que esto no fue solo en su honor, sino en honor de todas las víctimas”.
Mayra dice: “Constantemente recibimos mensajes de miembros en servicio agradeciendo por tales cambios, y eso es básicamente lo que me hace seguir defendiendo esto ... [Vanessa] siempre fue una persona sociable; le importaba mucho la gente, así que me imagino que está muy orgullosa y feliz por lo que hemos podido hacer”.