Usuarios de sillas de ruedas en Àfrica esperan al papa
Cuando el papa Francisco arribe a Congo y Sudán del Sur la semana entrante, miles de personas tomarán nota de un gesto más terrenal que la señal de la cruz
Cuando el papa Francisco arribe a Congo y Sudán del Sur la semana entrante, miles de personas tomarán nota de un gesto más terrenal que la señal de la cruz. Desde sus sillas de ruedas, comprenderán cómo la usa él.
El papa, que empezó a usar una silla de ruedas el año pasado, visitará dos países donde años de conflicto han dejado muchos discapacitados, pero que están entre los más retrasados del mundo en cuanto a accesibilidad y comprensión. Su visita alentará a católicos y no católicos por igual.
“Sabemos que es un sufrimiento, pero nos reconforta ver a una gran personalidad como el papa usar una silla de ruedas”, expresó Paul Mitemberezi, un vendedor de mercado en Goma, en el corazón de la región del Congo oriental, amenazada por decenas de grupos armados. “A veces nos da el valor de tener la esperanza de que esto no es el fin del mundo y uno puede sobrevivir”.
Mitemberezi, católico y padre de familia, quedó discapacitado a los tres años de edad debido a un ataque de polio. Mantiene a su familia con su trabajo y no concibe ser un mendigo. Camino del mercado, su silla de tres ruedas cruje al pasar sobre las piedras de caminos no pavimentados. En su casa no hay rampa, lo que lo obliga a dejar afuera su silla de colores brillantes, con riesgo de que la roben.
Cada mañana, cuando sale a jugar básquetbol, se asegura de que la silla sigue ahí antes de salir arrastrándose. “Es mis piernas, me ayuda a vivir”, dijo. Aplica una bomba de bicicleta para inflar las ruedas y parte, abriéndose paso entre los camiones y las motos.
El papa Francisco aún se está adaptando a una vida que Mitemberezi ha aceptado hace mucho tiempo. Se lo vio por primera vez en público en silla de ruedas en mayo y un colaborador la empujaba. El papa de 86 años jamás la impulsa él mismo. A veces camina con un bastón, pero usa la silla para recorrer distancias largas y tiene un elevador de silla para subir y bajar de los aviones.
Francisco insiste que las limitaciones de movilidad no afectan su habilidad de ser papa, porque “uno dirige con la cabeza, no con las rodillas”. Deplora la “cultura del despojo” que margina a las personas discapacitadas. En sus viajes por el mundo visita lugares que atienden a los discapacitados y brindan salud, en particular a las personas en sillas de ruedas al final de sus audiencias generales.
“Ninguna discapacidad —temporaria, adquirida o permanente— puede alterar el hecho de que todos somos hijos del mismo Padre y gozamos de la misma dignidad”, escribió Francisco en su mensaje anual del Día Internacional de las Personas con Discapacidades de la ONU en diciembre. La gente con distintas capacidades enriquece a la Iglesia y le enseñan a ser más humanitaria, dijo.