La economía de la eurozona se ha contraído, pero eso es apenas un número para los hogares
La economía de la eurozona se contrajo ligeramente al final del pasado año y principios de 2023, según cifras revisadas que subrayan el impacto de la pérdida del gas natural ruso y la alta inflación sobre el gasto del consumidor
La economía de la eurozona se contrajo ligeramente al final del pasado año y principios de 2023, según mostraron cifras revisadas el jueves que subrayaban el impacto de la pérdida del gas natural ruso y la alta inflación sobre el gasto del consumidor.
El crecimiento en los 20 países que utilizan el euro se revisó a la baja de cero a -0,1% en el último trimestre de 2022. La cifra del primer trimestre de este año también se rebajó del 0,1% a un -0,1%.
Eso supone que la eurozona sufrió dos trimestres consecutivos de contracción, que es una definición de recesión empleada a menudo en conversaciones políticas y económicas y conocida como recesión “técnica”.
Sin embargo, los economistas del comité que declara las recesiones en la eurozona valoran una gama más amplia de datos, como tasas de desempleo. Los mercados laborales europeos han resistido relativamente bien a los recientes sobresaltos económicos. El desempleo está en su nivel más bajo desde la creación del euro en 1999, con un 6,5% en abril.
La pequeña variación en las cifras no cambia lo que ya experimentaban los hogares: precios al alza en el supermercado, más intereses por sus hipotecas y luchas por unos salarios que sigan el ritmo del creciente coste de la vida.
El último reporte del comité que determina los ciclos en la eurozona, publicado el 27 de marzo y que sólo revisaba datos hasta final del año pasado, dijo que no había una recesión porque el descenso del gasto del consumidor se veía compensado en las estadísticas por una gran reducción de las importaciones.
El comité añadió que la “pausa del crecimiento económico contrasta con una expansión sólida, continuada del empleo”, y señaló que seguiría “vigilando y comentando sobre la evolución”.
Cifras recientes de Alemania muestran que la economía más grande de Europa se contrajo inesperadamente en los tres primeros meses del año, su segundo trimestre en negativo. Era uno de los países más dependientes del gas natural ruso.
Europa se vio envuelta en una crisis energética cuando su apoyo a Ucrania tras la invasión rusa hizo que Moscú cortara la mayor parte de su suministro de gas natural, del que dependía el continente para generar electricidad, calentar hogares y mantener las fábricas en marcha.
Eso disparó las facturas energéticas de negocios y consumidores, impulsó la inflación a cifras récord y planteó el temor a racionamiento y apagones. Gobiernos y compañías eléctricas se apresuraron a buscar fuentes alternativas de gas natural licuado, que se enviaba desde países como Estados Unidos y Qatar, para evitar los desastrosos cortes de suministros temidos el año pasado.
Desde entonces, los precios de la energía han caído a los niveles registrados antes de que Rusia invadiera Ucrania, aunque la persistente inflación y las subidas en las tasas de interés empleadas por el Banco Central Europea para contener los precios han pesado sobre el crecimiento económico, al encarecer la compra de viviendas y las inversiones en negocios.
Se esperaba que el BCE continuara con su serie de incrementos de tasas de interés en su reunión del 15 de junio con un aumento de un cuarto de punto, y dejaba la puerta abierta a más subidas en el futuro.