Países de Medio Oriente temen alzas de precios luego de que Rusia abandonó el acuerdo de granos
A Egipto y otros países de bajos ingresos de Medio Oriente les preocupa qué sucederá después de que Rusia se retiró de un acuerdo crucial para la exportación de granos a través del Mar Negro
Ahmed Salah se sintió nervioso cuando escuchó la noticia de que Rusia había suspendido un acuerdo crucial para la exportación de granos a través del Mar Negro. Al propietario de una panadería en la capital egipcia le preocupa que ello pudiera traer consigo un enorme aumento de precios en los alimentos en el mundo.
“Podría no haber un impacto inmediato”, dijo el hombre de 52 años la semana pasada mientras supervisaba a trabajadores que horneaban pan en su tienda en El Cairo, “pero si no hallan una solución lo más pronto posible, las cosas se pondrán muy difíciles”.
Moscú se retiró del acuerdo que las Naciones Unidas y Turquía habían negociado para permitir que el grano de Ucrania siguiera fluyendo durante una crisis alimentaria global. El acuerdo ayudó a estabilizar los precios de los alimentos, que se dispararon el año pasado después de que Rusia invadió Ucrania, dos países que son destacados proveedores de trigo, cebada, aceite de girasol y otros alimentos a naciones en vías de desarrollo.
A Egipto, el mayor importador de trigo en el mundo, y a otros países de bajos ingresos de Medio Oriente como Líbano y Pakistán les preocupa qué vendrá después. Afectados por problemas económicos que han orillado a más personas a caer en la pobreza, temen que los crecientes precios de los alimentos pudieran generar más dolor en los hogares, empresas y en las finanzas gubernamentales.
Muchos han diversificado sus fuentes de trigo, el principal ingrediente del pan sin levadura que es indispensable en las dietas de muchos países de Medio Oriente, y no prevén que haya escasez. Pakistán incluso ha tenido una cosecha excelente a pesar de las inundaciones sin precedentes que padeció el año pasado.
Pero el fin del acuerdo para la exportación de granos está generando incertidumbre en torno a posibles aumentos de precios, un fuerte impulsor del hambre.
Es “una sacudida innecesaria para los 345 millones de personas que enfrentan una aguda inseguridad alimentaria en todo el mundo”, dijo Abir Etefa, vocera del Programa Mundial de Alimentos de la ONU.
El presidente turco Recep Tayyip Erdogan le dijo al mandatario ruso Vladímir Putin en una llamada telefónica el miércoles que está presionando para que se extienda el acuerdo de exportación de granos, ya que el bloqueo a largo plazo de los puertos ucranianos “no beneficia a nadie” y los países de bajos ingresos “son los que más sufrirán”, según el comunicado de la oficina de Erdogan.
Mientras tanto, Rusia está lanzando ataques a puertos ucranianos e infraestructura agrícola, lo que está provocando oscilaciones en los precios globales del trigo. A pesar de la inestabilidad, los costos se ubican por debajo de donde se encontraban antes de que Rusia invadiera Ucrania, y hay suficiente producción para atender la demanda mundial, dijo Joseph Glauber, investigador sénior del Instituto Internacional de Investigación sobre Políticas Alimentarias.
Pero para países de bajos ingresos como Yemen, devastado por la guerra, o Líbano que son grandes importadores de trigo, el hallar proveedores más lejanos les incrementará los costos, señaló. Además, sus monedas se han debilitado frente al dólar estadounidense, que se utiliza para adquirir trigo en los mercados mundiales.
“Es una razón por la que se ve que la inflación en los precios de los alimentos persiste en muchos países, porque a pesar de que los precios mundiales que mencioné se ubican a niveles previos a la guerra, están en dólares. Y si eso se le añade, por decir, a la libra egipcia, se verá que los precios del trigo en Egipto de hecho han aumentado”, dijo Glauber, execonomista en jefe del Departamento de Agricultura de Estados Unidos (USDA, por sus siglas en inglés).
“Ciertamente están tan altos como lo estuvieron durante los momentos álgidos de 2022”, manifestó.
Eso incrementa la presión sobre los gobiernos, que tendrán que pagar más para poder seguir subsidiando el pan al mismo nivel y evitar un alza en los costos para los hogares, indicó. Muchos de ellos también están sufriendo una disminución en sus reservas de divisas extranjeras, lo cual podría poner a los países de Medio Oriente y otras partes en una situación financiera más precaria.
Salah, el propietario de la panadería, teme que, si los precios del trigo se incrementan, el gobierno del presidente egipcio Abdel Fattah el Sissi pudiese responder aumentando los precios del pan.
“Una medida así sería muy dura para la gente común”, advirtió.
El Sissi y otros gobernantes plantearon sus preocupaciones sobre el incremento en los precios de los alimentos en una cumbre de naciones africanas organizada por Rusia la semana pasada. Él pidió reactivar el acuerdo del Mar Negro a través de una “solución consensuada” que tome en consideración "las exigencias e intereses de todas las partes y ponga fin al incremento continuo en los precios de los granos".
Los granos cultivados a nivel interno ni siquiera cubren la mitad de la demanda en Egipto, especialmente de trigo y maíz. El país adquiere más de 10 millones de toneladas de trigo —en su mayor parte a Rusia y a Ucrania— y se prevé que esa cifra crezca.
Se pronostica que la producción local de trigo permanezca en 9,8 millones de toneladas, mientras que el consumo aumentará en 2%, a 20,5 millones de toneladas en 2023-2024, según un informe del USDA difundido en abril.
Sin embargo, el gobierno señaló que el impacto del fin del acuerdo de granos ha sido mínimo hasta ahora. El ministro de Abastecimiento y Comercio Interior, Alí Moselhi, dijo la semana pasada que Egipto ha diversificado sus fuentes de trigo importado y que sus existencias alcanzarían a cubrir las necesidades del país durante cinco meses.
Sus adquisiciones de trigo de Ucrania han disminuido en 73,6% a lo largo del periodo 2021-2022, ya que Egipto ha recurrido a otros proveedores, indicó el USDA.
Cualquier incremento en los precios del trigo generaría aún más tensión en la economía de Egipto, que se ha visto en dificultades a consecuencia de décadas de mala administración y afectaciones externas como la pandemia de COVID-19 y la guerra en Ucrania. Eso podría obligar al gobierno a recortar gastos que no van a subsidios y generar un alza inflacionaria, indicó la empresa de investigación económica Capital Economics.
Los costos de los alimentos ya están impulsando una crisis en el costo de la vida. La inflación anual alcanzó un récord de 36,8% en junio, en la que los precios de la comida se fueron por las nubes, con un aumento de 64,9%.
En Líbano, la cancelación del acuerdo de exportación de granos podría ser un obstáculo adicional, ya que el pequeño país del Mediterráneo depende de Ucrania para cuando menos el 90% de su trigo, dicen los molineros de harina.
El acuerdo ayudó a solucionar la escasez en los suministros que sacudió a los mercados cuando se desató la guerra, provocando largas filas para adquirir pan y racionamiento. Amin Salam, ministro interino de Economía, dijo que cualquier impacto negativo sobre los precios del trigo tras el desplome del acuerdo “ciertamente” afectará los precios en casa.
La nación de unos 6 millones de habitantes se encuentra sumida en una crisis económica que ha empobrecido a tres cuartas partes de sus habitantes. Sus principales silos de almacenamiento de trigo fueron destruidos en el estallido en el puerto de Beirut en 2020, por lo que sus reservas de granos se encuentran completamente en almacenes de molinos privados.
“Actualmente nos quedan reservas de trigo para dos meses, y tenemos en camino el equivalente a un mes”, dijo Wael Shabarek, propietario de la empresa Shahba Mills. “Aunque calculo que haya cierto aumento en el precio, no será igual que antes —como al principio de la guerra_, cuando fue una sacudida total para nosotros”.
Sin embargo, la economía de Líbano se sigue contrayendo, su moneda ha perdido el 90% de su valor desde 2019 y el Programa Mundial de Alimentos dice que los precios locales de la comida están entre los más elevados del mundo.
Mientras tanto, Pakistán es un caso positivo. Era un gran importador de trigo ucraniano, pero este año tuvo la mayor producción interna en una década a pesar de haber sufrido inundaciones desastrosas en 2022. Se considera que la cosecha abundante se debió a que se les proporcionaron semillas y otros apoyos a los agricultores.
El gobierno aún pide que se restablezca el acuerdo de exportación de granos para asegurar la seguridad alimentaria global y evitar alzas de precios. Pakistán, cuya maltrecha economía está recibiendo un rescate financiero de 3.000 millones de dólares por parte del Fondo Monetario Internacional, resultó muy afectado cuando los precios de los alimentos se incrementaron tras la invasión rusa.
“El conflicto en Ucrania también ha traído consigo dificultades para los países en desarrollo y el sur global, en especial en lo que respecta a escasez de combustible, alimentos y fertilizantes. Pakistán no es la excepción”, dijo Bilawal Bhutto Zardari, ministro de Relaciones Exteriores.
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Los periodistas de la AP Kareem Chehayeb en Beirut; Munir Ahmed en Islamabad, y Courtney Bonnell en Londres contribuyeron a este despacho.