La nieta de Kruschev está “avergonzada” por la invasión de Putin a Ucrania
Exclusivo: el primer ministro soviético y John F Kennedy estaban “aterrados” ante la perspectiva de la aniquilación nuclear, le cuenta Nina Kruscheva, residente de Nueva York, a Andrew Buncombe
Una nieta de Nikita Kruschev dice que está “avergonzada” por la invasión a Ucrania de parte de Vladimir Putin, y cree que el difunto líder soviético pensaría que es “despreciable” que una ciudad que reconstruyó después de la Segunda Guerra Mundial fuera atacada por soldados rusos.
Nina Kruscheva, que tenía solo cinco o seis años cuando su abuelo murió en 1971, dice que él y el presidente estadounidense John F Kennedy resolvieron la crisis de los misiles cubanos de 1963 en cuestión de días porque ambos estaban “aterrados” ante la perspectiva de una aniquilación mutua.
“Ahora ve lo que ocurre hoy en día. Putin no está aterrado”, comenta Kruscheva para The Independent. “De hecho, dijo que ha abierto el arsenal nuclear”.
Kruscheva, quien nació en 1964, comenzó a enseñar en EE.UU. en 2002 y actualmente es profesora de asuntos internacionales en la New School de Nueva York, una universidad privada de investigación. Ella dice que se sintió “horrible” por la decisión de Putin de invadir Ucrania, una nación que él mismo ha afirmado que es hermana de Rusia, y que también se sintió avergonzada por las acciones del presidente de su país.
“No puedo creer que, aunque afirma que está tratando de evitar la guerra, en realidad está librando una guerra contra una nación que, según él, es la misma que Rusia: la nación hermana de los ucranianos”, expresa. “Eso es muy orwelliano, como todas las novelas distópicas que puedes consultar, ya sabes, Huxley, Orwell... básicamente, la que elijas”.
Ella agrega: “Ya es difícil saber lo que él quiere. Ni siquiera entiendo por qué la gente sigue llamándome, porque yo estaba completamente equivocada”.
“Hasta el lunes pasado, pensé que sería simplemente suicida ir e invadir un país, el país que dices que todavía te importa. Especialmente después de todo este alboroto con las agencias de inteligencia estadounidenses”.
Kruscheva, autora de Imagining Nabokov: Russia Between Art and Politics, y de In Putin's Footsteps: Searching for the Soul of an Empire Across Russia's Eleven Time Zones, entre otros, dice que siente que Occidente no ha manejado bien la crisis y parece dispuesto a intentar humillar el líder ruso.
Ella asegura que da la sensación de que la administración de Biden estuviera tratando de provocar algún tipo de respuesta de parte de él.
“Mira, la culpa es directamente, 1.000 por ciento de Putin, porque incluso si sientes que te provocaron, eso no significa que vas a ingresar a un lugar y bombardearlo”, comenta ella.
“Pero si el objetivo de la administración de Biden era detenerlo mediante gritos, claramente fracasó. Cualquiera que sea la explicación que tengan en este momento, fracasaron, porque esa era claramente la política equivocada”.
Al igual que varios analistas, Kruscheva dice que ella había asumido que Putin usaría la amenaza de sus fuerzas concentradas en la frontera para buscar una ventaja de negociación ante la OTAN y Occidente, y que también había asumido que él mostraría su “lado inteligente”.
Tal como estaban las cosas, los esfuerzos diplomáticos de las naciones de la OTAN, algunas veces fueron torpes. Entre esos esfuerzos estuvieron los de la secretaria de Relaciones Exteriores de Gran Bretaña, Liz Truss, cuya reunión con el ministro de Relaciones Exteriores de Putin, Sergei Lavrov, fue comparada por el diplomático ruso con una conversación de “mudos con sordos”.
“Una vez más, quiero ser muy clara: no culpo a nadie excepto a Putin, porque incluso si te provocan…”, agrega.
“Era como un síndrome poscovid gigante. Ya sabes cómo la gente se frustraba y golpeaba a una azafata o golpeaba a quien sea. Entonces él dijo: ‘No me importa nada, solo bombardear un país’”.
“Así que nadie, excepto Putin, es responsable y culpable de eso. Y debería ser juzgado por eso”.
Kruscheva dice que no ve una salida fácil a la crisis. “En algún momento del camino, Occidente podría encontrar una manera de construir mejores relaciones con Rusia, pero en el corto plazo, se tendría que abordar la crisis actual”.
Kruscheva era la bisnieta de Kruschev por nacimiento y su nieta por adopción. Nació en Moscú y se graduó de la Universidad Estatal de Moscú en Rusia, antes de estudiar un doctorado de Princeton en 1998.
En su blog escribe: “Estoy muy orgullosa de mi nombre. Es de mi abuelo, Nikita Kruschev. Aquí estoy con mi abuelo en 1971, en su casa de retiro en Petrovo Dalnee, 30 millas (50 kilómetros) al oeste de Moscú”.
“Solo hay un problema derivado de tener este apellido: a menudo la gente no me habla a mí, sino a Kruschev, el difunto primer ministro soviético. A veces me convierto solo en una pieza de utilería de sus idiosincrasias ideológicas o de sus memorias históricas, como esas imágenes de cartón –Nixon, Clinton o Schwarzenegger– con las que te sacas fotos en un parque de diversiones”.
Kruschev pasó gran parte de su vida trabajando en la región de Donbás, en el este de Ucrania. En la Segunda Guerra Mundial, Kyiv fue capturada y destruida por las fuerzas nazis en 1941, y hasta 5 millones de ucranianos fueron asesinados, incluidos más de 1,6 millones de judíos ucranianos.
Después de la guerra, Kruschev fue nombrado secretario del Partido Comunista de Ucrania y supervisó la reconstrucción de Kyiv y del resto del país. Más tarde sería enviado a Moscú para asesorar a Stalin y en 1953 se convirtió en líder. En 1964 lo hicieron a un lado.
En sus memorias, Kruschev escribió sobre Ucrania: “Diré que el pueblo ucraniano me trató bien. Recuerdo cálidamente los años que pasé allí. Fue un periodo lleno de responsabilidades, pero agradable porque me trajo satisfacciones”.
Ella dijo que su abuelo era un general de guerra que conocía el costo del conflicto. Por eso se había esforzado para impulsar el desarme, a pesar de que se burlaban de él.
Cuando se le preguntó qué pensaba que pensaría su abuelo de las acciones de Putin, dijo: “Kruschev restauró Kyiv después de la Segunda Guerra Mundial, por lo que le tenía mucho cariño a esa ciudad. Hizo todo lo posible para restaurarla y para que pudieran habitarla de nuevo, y ahora está siendo bombardeada por otro líder de Rusia”.
Ella agrega: “Él pensaría que es escandaloso, despreciable e imposible”.