Diseñadora recrea un vestido que le hizo a la princesa Diana
Este es un vestido con una historia, y Elizabeth Emanuel quiere contarla
Este es un vestido con una historia, y Elizabeth Emanuel quiere contarla.
De color rosa estridente con escote bajo, ondulado y silueta ceñida, el vestido fue diseñado por Emanuel para que Lady Diana Spencer lo luciera en una fiesta en el Palacio de Buckingham unos días antes de su matrimonio con el príncipe Carlos en 1981. Era una fiesta muy visual para presentar en sociedad a la futura princesa, a quien hasta entonces se le conocía en gran medida por su look conservador de suéter y perlas.
“Sin duda no se trató de un vestido para una persona tímida y que se mantiene al margen”, asegura Emanuel, quien también codiseñó el vestido de novia de Diana. “Era un vestido para ser vista y celebrada”.
Al poco tiempo también cayó en el olvido. En una era previa a que los smartphones pusieran una cámara en los bolsillos de todo el mundo y las redes sociales hicieran públicos los eventos privados, el vestido fue visto principalmente por los invitados a la fiesta, entre ellos la reina Isabel II, la princesa Grace de Mónaco y Nancy Reagan, pero nadie más. Emanuel no sabe en dónde está, ni si aún existe.
Así que lo ha recreado a partir de rollos de tafetán satinado brillante, que confeccionó para reproducir los dramáticos bocetos que hizo hace más de 40 años.
Se trata de una idea que concibió durante los largos confinamientos en Gran Bretaña debido al coronavirus; lo hizo para ella, para su archivo. Pero también porque quería mostrar otro lado de Diana. Emanuel cree que la han malinterpretado en “The Crown”, la popular serie de Netflix que le ha presentado la historia de la princesa y su malogrado matrimonio a una nueva generación.
Aficionada a las primeras tres temporadas de la serie, Emanuel dijo que le costó trabajo ver las últimas dos por la forma en que retratan a Diana.
Crear un vestido a la medida es un proceso largo, el cual requiere numerosas pruebas que le dan a la clienta y a la modista mucho tiempo para hablar. Y en el curso de las horas que pasaron juntas, Diana le pareció una joven feliz y animada, no la chica retraída que “The Crown” retrata, siendo golpeada por sucesos fuera de su control, asegura Emanuel.
“No era así. Siempre fue muy optimista. Y, sabes, me gusta pensar que éramos lo suficientemente cercanas como para que, si ella hubiera estado teniendo problemas serios, podríamos haber estado al tanto en esa época, porque esas pruebas son bastante íntimas”, señaló.
Una de las cosas en las que la serie acierta es en reconstruir el recorrido en el estilo de Diana, desde los cárdigan y moños que usaba cuando por primera vez salió a la luz pública, hasta los vaporosos vestidos de gala con volantes y pliegues, y por último, cuando se convirtió en icono de la moda global en Versace, Dior y Chanel.
Diana creció en el campo, y para saber de moda se inspiraba en sus hermanas mayores. Se trataba de un mundo de caza, tiro y pesca, en donde los abrigos Barbour y las botas Wellington eran prendas del diario. Era una cultura en la que, sin importar qué tanto te importaba tu aspecto, tenía que parecer que no le dedicabas mucho trabajo a ello.
Diana mantuvo ese estilo cuando se mudó a Londres después de terminar la escuela, y pronto se convirtió en el arquetipo del Sloane Ranger, el nombre que le dieron los medios de prensa a los jóvenes adinerados que vivían cerca de Sloane Square, en la capital, y cultivaban el look de aristócratas bohemios.
En palabras de Michael Cole, ex reportero de la BBC para la realeza, ella era “una Sloane Ranger, con sus cuellos que parecían corteza de pay, suéteres de patrón Fair Isle y faldas más bien voluminosas. Era producto del campo inglés”.
Pero después de comprometerse con el futuro rey Carlos III empezó a adoptar el glamour propio de una princesa.
“De hecho requirió un poco de trabajo adaptarse a ese papel”, dijo Cole. “Ella apreciaba y llegó a comprender el poder de la ropa, el poder de la imagen. Ayudó mucho que tenía buen gusto, y creo que tuvo algunos buenos asesores”.
En otras palabras, evolucionó y aprendió cómo usar la ropa para transmitir un mensaje.
Y tal vez el recorrido comenzó con el vestido de fiesta rosa estridente.
Después de perder peso, Diana le pidió a Emanuel, a su ex marido David y a su equipo que diseñaran un vestido que luciera su nueva figura de supermodelo y transformara su imagen para las celebridades y gobernantes internacionales invitados al palacio.
“Quería usar algo realmente espectacular y atractivo para ello porque todo el mundo iba a asistir a esa fiesta”, dijo Emanuel en su estudio de Londres.
“Creo que con este vestido se transmitió un mensaje, de verdad. Que ella había sido conocida previamente como Shy Di (Diana tímida), pero en este vestido definitivamente ya no era una Shy Di”.
Pero para Emanuel el proyecto es mucho más que simplemente dar la versión real de los hechos. Se trata de una amiga que recuerda a otra y el empujón que la princesa le dio a su carrera.
Hay algo conmovedor en la forma en la que mira a esta copia del vestido y la ajusta en un maniquí aproximadamente de la altura de Diana, recordando a su famosa clienta.
Recreó un vestido que le perteneció a la Diana que conoció, que rompió el molde, que era valiente, que estaba lista para salir al escenario. Y mientras trabajaba, Diana estaba en su mente todo el tiempo.
“Al verlo, imagino su cara", dijo Emanuel. "De hecho, la última vez que la vimos en el vestido fue en esa fiesta, y se veía tan radiante y fantástica. Y después de todos estos años, recrearlo es algo un poco extraño”.
Pero eso no le impedirá seguir explorando sus recuerdos. Aceptó el proceso de confeccionar el vestido, de tener un recuerdo en la mano.
Ahora Emanuel planea recrear el vestido de novia alterno que diseñó para Diana, uno de repuesto por si la prensa sensacionalista lograba conseguir una foto del vestido principal antes del gran día. Pero el vestido nunca se filtró a los reporteros, y el repuesto desapareció del ojo público.
“Quiero ver si lo puedo hacer bien y hurgar en todos esos recuerdos", señaló. "Los tendré. Estarán allí. No sólo serán producto de la imaginación ni estarán flotando en el espacio digital. Serán cosas reales que yo pueda recordar”.