Los monos araña buscan frutas con alcohol, según una investigación sobre la afición humana a la bebida
Un nuevo estudio postula que la búsqueda de alimentos ricos en calorías por parte de nuestros antepasados podría ser responsable de nuestro gusto por el alcohol, informa Andy Gregory
Un nuevo estudio sugiere que los monos araña buscan de manera rutinaria frutas lo suficientemente maduras como para contener alcohol, lo que da peso a la teoría de que el entusiasmo de los humanos por la bebida fue heredado de nuestros ancestros biológicos.
Según la hipótesis del “mono borracho”, propuesta en 2014 por el profesor Robert Dudley, biólogo de Berkeley, nuestra atracción por el alcohol se remonta a millones de años atrás, cuando los primates descubrieron que el olor del etanol les llevaba a la fruta madura, en fermentación y nutritiva.
Pero, aunque su teoría se basaba en el conocimiento de que algunas frutas que comen los primates tienen un contenido de alcohol de hasta el 7 por ciento, no pudo aportar pruebas sobre si los monos y los simios realmente buscaban frutas fermentadas o digerían el alcohol.
Ahora, sin embargo, un nuevo estudio en el que los científicos recogieron la fruta que comían y desechaban los monos araña de manos negras en Panamá sugiere que, de hecho, prefieren la fruta lo suficientemente madura como para contener etanol.
Los investigadores descubrieron que las frutas del árbol de jobo -también utilizadas durante milenios por los humanos para hacer la bebida alcohólica chica- que los monos araña olfateaban y mordían habitualmente tenían concentraciones de alcohol de entre el 1 y el 2 por ciento.
Los científicos también tomaron muestras de orina de seis monos araña, cinco de las cuales contenían metabolitos secundarios del etanol, lo que demuestra que realmente utilizaban el alcohol como fuente de energía en lugar de que simplemente pasara por su cuerpo.
“Por primera vez hemos podido demostrar, sin lugar a dudas, que los primates salvajes, sin interferencia humana, consumen fruta que contiene etanol”, afirma la autora principal del estudio, la Dra. Christina Campbell, primatóloga de la Universidad Estatal de California en Northridge.
“Este es solo un estudio, y hay que hacer más, pero parece que puede haber algo de cierto en esa hipótesis del ‘mono borracho’: que la proclividad de los humanos a consumir alcohol se deriva de una afinidad muy arraigada de los primates [que comen fruta] por el etanol que se encuentra de forma natural en la fruta madura”.
El profesor Dudley, coautor del estudio -publicado este mes en la revista Royal Society Open Science- lo calificó de “prueba directa de la hipótesis del ‘mono borracho’”.
“En primer lugar, hay etanol en los alimentos que consumen, y comen mucha fruta. Luego, en segundo lugar, están metabolizando el alcohol”, explicó. “Lo que no sabemos es qué cantidad de alcohol consumen y cuáles son los efectos fisiológicos y de comportamiento. Pero es una confirmación”.
El profesor Dudley señaló que los monos araña “probablemente no se emborrachan, porque sus tripas se llenan antes de alcanzar niveles de embriaguez”, pero que el alcohol “está proporcionando algún beneficio fisiológico”.
Sugirió que podría haber “un beneficio antimicrobiano dentro de la comida que están consumiendo, o la actividad de la levadura y los microbios pueden estar predigeriendo la fruta”, añadiendo: “No se puede descartar”.
El Dr. Campbell comentó que los monos probablemente elegían la fruta con alcohol porque la fruta fermentada les proporcionaba más calorías -y a su vez más energía- que la fruta sin fermentar.
Según el Dr. Campbell, esto podría haber influido de forma similar en las decisiones de los ancestros humanos a la hora de elegir qué fruta comer.
“Los ancestros humanos también pueden haber seleccionado preferentemente la fruta cargada de etanol para su consumo, dado que tiene más calorías”, añadió. “Los efectos psicoactivos y hedónicos del etanol pueden provocar igualmente un aumento de las tasas de consumo y de la ganancia de calorías”.
Hoy en día, por supuesto, la disponibilidad del alcohol en forma líquida, sin la pulpa que llena los intestinos de la fruta en fermentación, significa que es fácil excederse.
Los investigadores sostienen que el exceso contemporáneo de alcohol podría derivar de estas asociaciones ancestrales entre el etanol y las recompensas nutricionales, e incluso podría ayudar a la sociedad a lidiar con las consecuencias adversas del consumo de alcohol.
“El consumo excesivo de alcohol, al igual que la diabetes y la obesidad, puede considerarse conceptualmente como una enfermedad de exceso nutricional”, afirma el estudio.