La indispensable corriente del Atlántico podría colapsar mucho antes de lo pensado, sugiere un estudio
El sistema climático que mantiene templado y húmedo al hemisferio norte podría colapsar este siglo, aunque los resultados están lejos de ser seguros
Un nuevo estudio sugiere que la corriente del océano Atlántico que lleva el calor de los trópicos al norte podría colapsar mucho antes de lo que los científicos pensaban.
Conocida como AMOC (circulación meridional de vuelco del Atlántico), esta corriente impide que el Reino Unido y otros países del noroeste de Europa tengan los mismos inviernos gélidos que a menudo se suscitan en las mismas latitudes en Canadá.
A medida que el agua caliente fluye hacia el norte, se enfría y se evapora, volviéndose más salada y densa, lo que hace que se hunda y se dirija hacia el sur antes de ser arrastrada hacia la superficie y calentarse de nuevo para volver a iniciar el ciclo.
Los gases de efecto invernadero que el hombre ha producido desde la revolución industrial han ido calentando el océano y derritiendo el hielo de las regiones polares, modificando la temperatura y la cantidad de agua dulce del Atlántico.
Muchos modelos climáticos muestran que es probable que la AMOC se debilite en el futuro debido al calentamiento global y el Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático sugirió que podría provocar un colapso en el siglo XXII.
Según los científicos, las consecuencias para todos los habitantes de la Tierra serían desastrosas, ya que en pocas décadas provocaría un descenso de las temperaturas en el hemisferio norte y desplazaría los regímenes de precipitaciones hacia el sur, privando a lugares como el Reino Unido del agua dulce necesaria para beber y para la agricultura.
Otro efecto sería el aumento de la temperatura de los trópicos aún más rápido de lo que ocurre hoy en día, ya que el calor que normalmente se trasladaría hacia el norte permanecería allí.
El nuevo estudio, publicado en Nature Communications, sugiere que es “muy probable” que se produzca un colapso total o parcial entre 2025-2095 y describe un debilitamiento general de la corriente a medida que se acerca a un punto de inflexión.
El profesor Peter Ditlevsen, de la Universidad de Copenhague y autor principal del estudio, se declaró “bastante alarmado” por los resultados, pero afirmó que aún existe un amplio grado de incertidumbre sobre cuándo se produciría un colapso y con qué rapidez se afianzarían sus consecuencias.
Otros científicos han cuestionado la exactitud de los resultados y alegan que el hecho de que el estudio se base en datos sobre la temperatura de la superficie del mar como medida indirecta de los cambios de la corriente atlántica en los últimos 70 años no es un método fiable para modelizar el futuro.
Los oceanógrafos apenas empezaron a medir directamente la AMOC en 2004 y muchos de ellos afirman que es demasiado pronto para poder identificar con seguridad una tendencia a largo plazo.
Según el profesor Ditlevsen, hace al menos 12.000 años que no se producía un colapso de la AMOC, y los únicos datos disponibles para averiguar qué ocurrió entonces son muestras de núcleos de hielo tomadas de glaciares.
Estos datos sugieren que cuando la AMOC se desplomó, la temperatura media del Atlántico Norte cayó hasta 15 °C (59 °F) en una década.
A la pregunta de si los gases de efecto invernadero producidos por el hombre estaban debilitando la AMOC, el profesor Ditlevsen respondió: “Es muy poco probable que veamos cambios que no se han visto en 12,000 años solo por casualidad”.
“Estamos bastante seguros de que la perturbación que estamos provocando con las emisiones de gases de efecto invernadero es la causa más importante”.
La profesora Penny Holliday, jefa de física marina y circulación oceánica del Centro Nacional de Oceanografía de Southampton, describió el colapso de la AMOC como un “escenario de alto impacto y baja probabilidad” y que se requerirían décadas de observaciones para identificar un punto de inflexión.
En cuanto a las implicaciones, afirmó: “Para las personas y los gobiernos, supondría un cambio drástico en la capacidad de cada país para proporcionar alimentos y agua suficientes a su población”.
“El suministro y la demanda de energía cambiarían rápidamente con las nuevas condiciones climáticas y las infraestructuras necesitarían grandes inversiones para adaptarse y hacer frente a la situación”.
“Los patrones de enfermedades transmitidas por vectores y la salud (incluida la salud mental) se verían profundamente afectados”.
“En todo el mundo, muchos ecosistemas terrestres y marinos serían incapaces de hacer frente y adaptarse a unas condiciones climáticas tan rápidamente cambiantes y la biodiversidad se vería gravemente afectada”.
Recalcó sobre el estudio: “Describen el potencial de colapso de AMOC en pocos años como ‘preocupante’ y la evidencia como algo que no debemos ignorar”.
“Es difícil no estar de acuerdo”.
Traducción de Michelle Padilla