El Jardín del Perfumero de Versalles transporta al público en el tiempo
Los jardines de Versailles fueron alguna vez un símbolo del poderío expedicionario del rey de Francia y ayudaban a los cortesanos que no se bañaban con agua a perfumarse la piel olorosa
Los jardines de flores de Versalles fueron alguna vez un símbolo del poderío expedicionario del rey de Francia y ayudaban a los cortesanos que no se bañaban con agua a perfumarse la piel. Ahora han sido recreados para darle al público actual un vistazo —y una inhalación— al pasado olfativo del palacio dorado.
Albergando secretos del concepto original del poder de las flores, aromas de rosa de Bulgaria, menta y cítricos de cientos de floraciones históricas de vivos colores dados a conocer recientemente flotan hasta las fosas nasales de los visitantes que pagaron un boleto para ingresar a la Châteauneuf Orangery del Grand Trianon, transportándolos en el tiempo.
“Los que descubren los jardines comprenderán, de flor en flor, lo que amamos en la historia”, dijo Catherine Pegard, presidenta del Palacio de Versalles. “Muchos son los aromas originales”.
El objetivo del Jardín del Perfumero es revelar los misterios y la relevancia detrás de las flores aromáticas de la corte francesa del siglo XVII, pero también recordarnos que no fue accidental que el Palacio de Versalles fue precisamente el sitio en el que el trabajo de perfumero fue de hecho inventado durante ese siglo.
Los jardines se extienden en cuatro secciones, recreando la visión del Rey Sol, Luis XIV, que quería que sus jardines se desbordaran con los aromas de flor de azahar, jacinto, nardo y jazmín. El monarca tenía una razón práctica para sus obsesiones: luego de la epidemia de peste bubónica que provocó la muerte de decenas de millones de personas en Europa durante la Edad Media, la gente temía que el agua caliente pudiese propagar infecciones. Por lo tanto, los cortesanos se lavaban frotándose con alcohol y utilizaban aromas para encubrir los olores del cuerpo.
Pero también había una explicación diplomática para estas obsesiones florales: la colección de flores del rey servía como medio de proyectar fortaleza en un siglo en el que Francia se convirtió en el país más poderoso del mundo.
“En esa época, todo en Versalles era acerca de la diplomacia olfativa. Las flores significaban poder. Los dignatarios estaban impresionados por las flores exóticas porque sólo el rey —que para ese momento ya era muy poderoso— tenía el dinero para financiar expediciones que pudieran traer de vuelta flores exóticas”, dijo Giovanni Delu, uno de los creadores del jardín. “Es un gabinete vegetal de curiosidades”.
Delu dijo que las expediciones financiadas por la corte traían de vuelta plantas de moda —muchas de las cuales están incluidas en los nuevos jardines del perfumero— desde el lejano sur de Asia, las cuales eran “criadas” o aclimatadas en la tierra francesa de la región de Bretaña, antes de ser plantadas en Versalles. A cualquier noble francés que quisiera volver a plantar las preciadas flores en su jardín personal tenía primero que concedérsele una concesión real o de lo contrario enfrentaría un castigo.
Las historias de los jardineros modernos de Versalles transmiten la intriga oculta, el humor, el conocimiento y el misterio de las flores que solía tener. Llamativas anécdotas históricas fluyen libremente de sus bocas, revelando un tesoro interminable de caracter histórico. Dice la leyenda que Luis XIV amaba tanto la flor de azahar, tal como se presenta en el jardín, que sus cortesanos se rociaban con ella con tal de ganarse su favor, y en un momento dado provocaron que el monarca se desvaneciera. El aroma de algunas de las flores era tan intenso que los bulbos durante este proyecto más reciente tuvieron que ser separados físicamente en los jardines de forma que no se confabularan para producir una mezcolanza nasal indeseable, o igualmente intoxicante.
Hubo giros inesperados en este concepto. Un “jardín secreto” —con cuatro muros de ladrillo— sólo fue descubierto y renovado de manera adecuada en el sitio recientemente, generando una enorme emoción entre los jardineros de Versalles. Ahora convertido en santuario, ha sido adornado con especies de plantas tan delicadas que sólo el jardinero en jefe tiene el derecho de manejarlas. Una planta del siglo XVII que ahora crece allí, llamada el espino de fuego —la cual deja un delicioso aroma a cítricos en los dedos cuando se frota en ellos— es preciada y temida porque literalmente se enciende en llamas con el más ligero calor.
Otra flor guarda secretos en sus pétalos de la historia de amor de Luis XV, un botánico obsesivo, y su amante Madame de Pompadour.
“Luis XV enviaba ‘cazadores’ de especies botánicas por todo el mundo para que le trajeran especies de vuelta, porque él y su amante expresaban su amor a través de una pasión compartida por las flores”, dijo la jardinera Fulvia Grandizio.
Grandizio indicó que Luis XV utilizó aquí uno de los primeros invernaderos prototipo del mundo para criar sus plantas, de los cuales una versión está en exhibición ahora. Acariciando con cariño la flor de ondulantes pétalos de color rojo-rosado llamada calycanthus, Grandizio dijo nostálgicamente que era la favorita de Madame de Pompadour.
Sin embargo, el jardín tiene sus villanos. Los ojos de Grandizio se entrecerraron cuando habló de María Antonieta. Fue malo, señaló, que la reina franco-austriaca no estuviera interesada en mantener el trabajo científico del rey previo, Luis XV, en las flores exóticas, y en lugar de ello estuviera entusiasmada con las ideas embriagadoras de los pensadores de la Ilustración y de la naturaleza silvestre.
“Es una verdadera vergüenza, cuando María Antonieta llegó a Versalles, que transformó lo que Luis XV construyó, el gran invernadero y el criadero de plantas, en un jardín inglés silvestre”, señaló Grandizio con un dejo de tristeza.
A pesar de esa afirmación, María Antonieta amaba las flores, y estuvo en el centro del desarrollo del perfume.
“No es tan mala. La historia ha sido cruel con ella”, agregó Grandizio.
El Jardín del Perfumero de Versalles abrió sus puertas el 30 de mayo, en colaboración con la compañía de perfumes de lujo Maison Francis Kurkdjian.