Falta de agua agrava miseria en Gaza; Israel continúa ataques aéreos
Al tiempo que Israel azota la Franja de Gaza con ataques aéreos, Laila Abu Samhadaneh, de 65 años, está preocupada por el agua.
Los 2,3 millones de habitantes de la Franja de Gaza asediada no tienen acceso a agua potable limpia después que Israel cortara el suministro de agua y electricidad al enclave al intensificar sus ataques aéreos en respuesta a un sangriento atentado de Hamas la semana pasada.
Los grifos se han secado en todo el territorio. Cuando sale agua de las tuberías, el flujo es escaso, no dura más de 30 minutos al día y está tan contaminada con aguas residuales y agua de mar que no se puede beber, afirman los residentes.
“No sé qué vamos a hacer mañana”, dijo Abu Samhadaneh desde su casa de tres habitaciones en la ciudad meridional de Rafah, que se convirtió en un refugio de facto luego que Israel exigiera la evacuación de todos los habitantes de Gaza hacia el sur. La mujer dijo que raciona sólo unos pocos litros entre docenas de amigos y familiares cada día. “Nos estamos volviendo locos”.
Las privaciones han sumido a la población de Gaza en una miseria aún mayor a medida que los bombardeos de Israel se intensifican una semana después que combatientes de Hamas irrumpieran en la valla de separación de Israel, matando a 1.300 israelíes y secuestrando a docenas de personas. Los ataques de represalia de Israel han destruido cientos de estructuras en Gaza y han cobrado la vida de más de 2.200 palestinos.
Incluso cuando familias aterrorizadas huyen de sus hogares —apretujadas en refugios de Naciones Unidas o en los pasillos sangrientos y caóticos del hospital más grande de Gaza, temiendo por su seguridad— la búsqueda desesperada de agua sigue siendo una constante.
La agencia de la ONU para los refugiados palestinos calificó la crisis del agua como una “cuestión de vida o muerte”.
Si el combustible y el agua no llegan pronto, advirtió el comisionado general de la agencia, Philippe Lazzarini, “la gente empezará a morir de deshidratación severa”.
En épocas normales, el enclave costero depende de Israel para un tercio de toda el agua potable disponible, señala la autoridad del agua del territorio.
Sus otras fuentes de agua incluyen plantas desalinizadoras en el mar Mediterráneo y un acuífero subterráneo, drenado y dañado por años de uso excesivo. Cuando Israel cortó el suministro eléctrico a Gaza, todas las plantas desalinizadoras cerraron, al igual que las estaciones de tratamiento de aguas residuales.
Esto ha dejado a todo el territorio sin agua potable. La gente compra jarras cada vez más escasas en las estaciones sanitarias municipales, busca botellas en los supermercados o bebe cualquier líquido fétido que gotee de sus tuberías.
Saciar la sed se ha vuelto más difícil en los últimos días, incluso para aquellos que tienen los medios para pagar por agua embotellada. El sábado, Noor Swirki, de 35 años, requirió dos horas para encontrar una caja con seis botellas que intentará estirar durante los próximos días. El sábado se duchó por primera vez en una semana, usando una taza de agua del grifo contaminada y salpicándola sobre su marido y sus dos hijos antes de frotar la humedad restante en su piel.
“Es como si estuviéramos en la edad de piedra”, dijo Khalil Abu Yahia, de 28 años, en el poblado de Deir al-Balah.
Los expertos señalan que beber agua sucia y un saneamiento deficiente debido a la falta de agua potable puede provocar enfermedades terribles, como el cólera, la disentería, la fiebre tifoidea y la polio. Desde hace una semana, el agua a lo largo de la costa de Gaza sabe a sal, dicen los residentes.
La Organización Mundial de la Salud afirma que se necesitan de 50 a 100 litros por día por persona para garantizar una hidratación y un saneamiento adecuados. Las Academias Nacionales de Ciencia y Medicina de Estados Unidos establecen que los hombres necesitan beber alrededor de 3,7 litros (125 onzas) y las mujeres alrededor de 2,7 litros (91 onzas) al día para estar adecuadamente hidratados.
Entre las docenas de palestinos con heridas de metralla en piernas y brazos por ataques aéreos que el médico Husom Safiyah atendió el sábado en el norte de Gaza, había 15 niños, incluyendo bebés, con disentería bacteriana causada por la escasez de agua, dijo.
“La situación es desastrosa y lo será aún más después de dos o tres días”, sostuvo Safiyah, médico de MedGlobal, una organización que envía grupos médicos a regiones en desastre. Habló al tiempo que estallaban explosiones afuera y los médicos a su alrededor se apresuraban a atender la última afluencia de víctimas.
Dijo que tenía que ir y ayudarlos.
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DeBre reportó desde Jerusalén. El periodista de The Associated Press Jonathan Poet en Filadelfia contribuyó a este despacho.