Biden y Netanyahu por fin hablaron, pero aún difieren sobre posible creación de un Estado palestino

Aamer Madhani,Zeke Miller
Viernes, 19 de enero de 2024 20:51 EST
BIDEN-NETANYAHU
BIDEN-NETANYAHU (AP)

El presidente Joe Biden y el primer ministro israelí Benjamin Netanyahu hablaron por fin el viernes tras una evidente falta de comunicación directa a lo largo de casi cuatro semanas, en la cual han captado la atención divergencias medulares sobre una posible vía hacia la creación de un Estado palestino una vez que terminen los combates en Gaza.

Biden y sus principales asesores le han dado un firme apoyo a Netanyahu, incluso ante la condena mundial por el creciente número de víctimas letales entre la población civil y el sufrimiento humanitario en Gaza debido a las operaciones militares llevadas a cabo por los israelíes tras el ataque del 7 de octubre contra Israel.

Pero la relación entre ambos gobernantes ha mostrado crecientes indicios de tensión, ya que Netanyahu ha rechazado repetidamente las exhortaciones de Biden en favor de la soberanía palestina, lo cual ha obstaculizado lo que el presidente de Estados Unidos considera es la clave para lograr una paz duradera en Oriente Medio: la frecuentemente citada y esquiva solución de dos Estados.

Ninguna de las partes da señales de ceder.

La llamada telefónica del viernes se llevó a cabo un día después de que Netanyahu dijo haberle dicho claramente a funcionarios estadounidenses que no apoyará la creación de un Estado palestino como parte de ningún plan de posguerra. Por su parte, Biden reafirmó en la llamada del viernes que está comprometido a trabajar para ayudar a los palestinos a avanzar hacia la formación de un Estado.

“Como estamos hablando de la Gaza posterior al conflicto... no es posible hacer eso sin también tomar en cuenta las aspiraciones del pueblo palestino y de qué aspecto debe tener eso para ellos”, declaró el portavoz del Consejo de Seguridad Nacional, John Kirby.

Los mandatarios mantuvieron una comunicación frecuente durante las primeras semanas de la guerra. Pero el ritmo habitual de las llamadas entre Biden y Netanyahu —que han tenido una relación de altibajos desde hace más de tres décadas— se ha ralentizado considerablemente. Su llamada de entre 30 y 40 minutos el viernes fue su primera conversación desde el 23 de diciembre.

Ambas partes se ven limitadas por consideraciones políticas internas.

La brecha entre Biden, demócrata de centroizquierda, y Netanyahu, que encabeza el gobierno más conservador en la historia de Israel, se ha ampliado a medida que aumentan las presiones sobre Estados Unidos para que utilice su considerable influencia con el fin de presionar a Israel para que ponga fin gradual a una guerra en la que ya han muerto casi 25.000 palestinos.

En Israel también crece la impaciencia con Netanyahu por la falta de avances en la liberación de decenas de rehenes que siguen en manos de milicianos islámicos en Gaza.

“Ciertamente que hay una razón para estar preocupados”, dice Eytan Gilboa, experto en relaciones entre Estados Unidos e Israel de la universidad israelí Bar-Ilan. “Cuanto más veamos que las consideraciones políticas dominan la relación entre Biden y Netanyahu, lo cual probablemente continuará debido a las próximas elecciones presidenciales y a la debilidad de ambos líderes, más los veremos distanciarse”.

En sus llamadas más recientes, la frustración de Biden hacia Netanyahu se ha hecho más patente, pese a que el mandatario estadounidense ha sido cuidadoso de reafirmar su apoyo a Israel en cada fase, según informaron funcionarios estadounidenses que solicitaron guardar el anonimato para poder hablar de las interacciones privadas entre los gobernantes.

Sin embargo, Biden, al menos públicamente, no ha renunciado a la idea de ganarse a Netanyahu. A la pregunta de un periodista el viernes de si es imposible una solución de dos Estados mientras Netanyahu esté en el cargo, Biden respondió: “No, no lo es”.

Sus asesores insisten en que Biden comprende la situación política en la que se encuentra Netanyahu con su coalición de extrema derecha y mientras enfrenta cargos por corrupción aún vigentes, los cuales han dejado al primer ministro en una posición de lucha por conservar su libertad, no sólo por su futuro político.

Mientras tanto, el trabajo de Biden será examinado por los votantes estadounidenses en noviembre, en una probable revancha con el expresidente Donald Trump. Netanyahu y Trump forjaron una estrecha relación durante el mandato del republicano. Biden se enfrenta a las críticas de algunos izquierdistas que creen que no ha presionado lo suficiente a los israelíes para que demuestren moderación en sus operaciones militares.

Legisladores demócratas clave, entre ellos la senadora Elizabeth Warren y el senador Chris Murphy, advirtieron esta semana que la posición de Netanyahu sobre la creación de un Estado podría complicar las negociaciones en el Senado sobre un paquete de gastos que incluye ayuda militar para Israel.

Es de esperar que Netanyahu “utilice todas las estrategias a su disposición para mantener unida a su coalición y evitar las elecciones y ganar tiempo”, dijo Michael Koplow, director general de políticas del Israel Policy Forum, un organismo judío-estadounidense que promueve una solución de dos Estados. “Y estoy seguro de que parte de ello es una convicción de que, si aguarda hasta noviembre, podría terminar teniendo a Donald Trump de vuelta en el Despacho Oval”.

En las últimas semanas, algunas de las conversaciones más difíciles se han dejado en manos de Ron Dermer —un alto asesor de Netanyahu y exembajador israelí en Estados Unidos— y del asesor de seguridad nacional de Biden, Jake Sullivan. Los dos asesores hablan casi a diario, a veces varias veces al día, según un funcionario estadounidense y otro israelí que no están autorizados a hacer comentarios públicos y declararon a condición de guardar el anonimato.

Otros altos funcionarios del gobierno de Biden —incluido el secretario de Estado Antony Blinken y el secretario de Defensa, Lloyd Austin, así como los asesores Brett McGurk y Amos Hochstein— han estado a la vanguardia de los intentos del gobierno por involucrar a los israelíes y a otros aliados de Oriente Medio, a medida que el diálogo entre Biden y Netanyahu se ha tornado menos constructivo.

Netanyahu, que a lo largo de su carrera política se ha opuesto a los llamados en favor de una solución basada en dos Estados, declaró a la prensa esta semana que había dicho rotundamente a los funcionarios estadounidenses que sigue oponiéndose a cualquier plan de posguerra que incluya la creación de un Estado palestino.

El rechazo más reciente del primer ministro a la presión de Biden para avanzar en esa dirección se dio después de que Blinken dijera esta semana en el Foro Económico Mundial en Davos que Israel y sus vecinos de Oriente Medio tenían “una oportunidad profunda” de resolver el conflicto generacional palestino-israelí. Cuando se le preguntó si creía que Netanyahu estaba dispuesto a aprovechar al máximo el momento, Blinken puso reparos.

“Mire, estas decisiones les corresponden a los israelíes”, dijo Blinken. “Esta es una decisión profunda para que la tome el país en su conjunto: ¿Qué dirección quiere tomar? ¿Ve —puede aprovechar— la oportunidad que creemos que existe?”

A lo largo de los años, la relación entre Biden y Netanyahu ha sufrido muchos altibajos. Cuando era vicepresidente, Biden criticó en privado a Netanyahu después de que el dirigente israelí avergonzara al presidente Barack Obama al aprobar la construcción de 1.600 nuevos apartamentos en la disputada Jerusalén Oriental en plena visita de Biden a Israel en 2010.

Netanyahu se resistió públicamente, antes de ceder a fin de cuentas, a los llamados que hizo Biden a los israelíes para que pusieran fin a la operación militar de mayo de 2021 en Gaza. Y a finales de 2019, durante una sesión de preguntas y respuestas con votantes en campaña, Biden calificó a Netanyahu de gobernante de “extrema derecha”.

El camino hacia una solución de dos Estados —en la que Israel coexistiría con un Estado palestino independiente— ha eludido a presidentes estadounidenses y diplomáticos de Oriente Medio durante décadas.

Pero a medida que la guerra avanza, Biden y su equipo han insistido en la idea de que existe una nueva dinámica en Oriente Medio en la que los vecinos árabes y musulmanes de Israel están dispuestos a integrar a Israel en la región una vez que el conflicto llegue a su fin, pero sólo si Israel se compromete a respaldar el camino para la creación de un Estado palestino.

Biden ha propuesto que una Autoridad Palestina “revitalizada”, que tiene su sede en Cisjordania, pueda gobernar Gaza una vez finalizados los combates. Netanyahu ha rechazado rotundamente la idea de dejar a la Autoridad Palestina —la cual está asediada por la corrupción— a cargo del territorio.

Netanyahu alega que un Estado palestino se convertiría en una base para lanzar ataques contra Israel. Y por eso Israel “debe tener el control de la seguridad sobre todo el territorio al oeste del río Jordán”, dijo el primer ministro israelí. “Eso colisiona con la idea de soberanía. ¿Qué podemos hacer?”

Los funcionarios de la Casa Blanca han tratado de restar importancia al rechazo público de Netanyahu al llamado de Biden en favor de una solución de dos Estados, haciendo notar que la retórica del primer ministro no es nueva.

Mantienen la esperanza de que Israel acabe aceptando un Estado palestino con fuertes garantías de seguridad para Israel.

“No creo que Biden se haga ninguna ilusión sobre Netanyahu”, dijo Daniel Kurtzer, que fue embajador de Estados Unidos en Egipto durante el gobierno de Bill Clinton y en Israel con el de George W. Bush. “Pero no creo que esté dispuesto a darle un portazo. Y eso es porque entiende la intersección entre la aplicación de medidas específicas y la política en general”.

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Los periodistas de la AP Julia Frankel, en Jerusalén, y Ellen Knickmeyer, Seung Min Kim y Colleen Long en Washington contribuyeron a este informe.

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