La costosa apuesta de Perú por las pruebas baratas de COVID
Perú no es el único país que ha importado pruebas potencialmente defectuosas. En Ecuador, Chile, México y otras partes de Latinoamérica, las listas de pruebas de anticuerpos autorizadas todavía incluyen algunas de las que están en la lista de las prohibidas por la FDA.
En los primeros días de la pandemia del nuevo coronavirus, los agobiados funcionarios de salud de Perú enfrentaron un dilema: sabían que las pruebas moleculares eran la mejor opción para detectar COVID-19, pero no tenían los laboratorios, suministros ni técnicos.
Sin embargo, había una alternativa más barata: las pruebas de anticuerpos, principalmente procedentes de China, que estaban en el mercado a una fracción del precio y podían dar un resultado positivo o negativo en cuestión de minutos con una sencilla punción en el dedo.
En marzo, el presidente peruano Martín Vizcarra anunció que había autorizado la compra de 1,6 millones de pruebas, casi todas para detectar anticuerpos.
Ahora, entrevistas con expertos, órdenes de compra públicas, resoluciones gubernamentales, declaraciones de pacientes y los informes de salud sobre el virus muestran que la apuesta del país por las pruebas rápidas de anticuerpos no fue la correcta.
A diferencia de casi todos los demás países, Perú depende en gran medida de las pruebas rápidas de anticuerpos para diagnosticar los casos activos, aunque ese no es el propósito para el que fueron diseñadas. Esas pruebas no pueden detectar las infecciones tempranas de COVID-19, lo que hace difícil identificar y aislar a los enfermos rápidamente. Los epidemiólogos entrevistados por The Associated Press dicen que utilizarlas de esta manera inadecuada produce una cantidad considerable de falsos positivos y negativos, lo que ha contribuido a alimentar uno de los peores brotes de COVID-19 del mundo.
Además, varias de las pruebas de anticuerpos compradas para su uso en Perú han sido rechazadas por los Estados Unidos después de que análisis independientes encontraron que no cumplían con los estándares para detectar con precisión el nuevo coronavirus.
Hoy en día, la nación sudamericana tiene la tasa de mortalidad per cápita por COVID-19 más alta del mundo, según la Universidad John Hopkins, y los médicos locales creen que una de las razones es el enfoque fallido del país en el tipo de pruebas que realiza.
“Es una falla multisistémica”, dijo el Dr. Víctor Zamora, exministro de salud de Perú. “Ya deberíamos pararle la mano a las rápidas”.
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A medida que surgían los casos de COVID-19 en todo el mundo, las naciones de ingresos bajos y medios se encontraron en una disyuntiva.
La Organización Mundial de la Salud pedía a las autoridades que incrementaran las pruebas para evitar que el virus se propagara sin control. Una prueba en particular, un examen de reacción en cadena de la polimerasa (PCR, por sus siglas en inglés), fue considerada la mejor opción. Al utilizar una muestra recolectada de la parte más alta de la nariz, la prueba se realiza en máquinas especializadas que pueden detectar el material genético del virus a los pocos días de contraída la infección.
Si los casos de COVID-19 son detectados de manera temprana, los enfermos pueden ser aislados y sus contactos rastreados, con lo que se corta la cadena de contagio.
A las pocas semanas del brote inicial en China, las secuencias del genoma del virus estuvieron disponibles y los especialistas en Asia y Europa se pusieron a trabajar para crear sus propias pruebas. Pero en partes del mundo como África y Latinoamérica no existía esa opción. Tendrían que esperar a que las pruebas estuvieran disponibles, y cuando eso ocurrió, la enorme demanda significó que la mayoría no pudiera asegurar la cantidad que necesitaba.
“El colapso de la cooperación mundial y el fracaso de la solidaridad internacional ha dejado a África fuera del mercado (de las pruebas) de diagnóstico”, escribió el doctor John Nkengasong, director del Centro de Control de Enfermedades de África, en la revista Nature en abril, mientras se realizaba la búsqueda.
Las naciones que empezaron a prepararse de manera temprana o que tenían un sistema de atención de salud relativamente sólido tuvieron los mejores resultados. Dos semanas después de que Colombia identificara su primer caso, el país tenía inscritos a 22 laboratorios públicos y privados para realizar pruebas PCR. En cambio, Perú contaba con un solo laboratorio que era capaz de realizar 200 pruebas por día.
Durante años, Perú ha invertido cada vez menos de su PIB en salud pública que otros países en la región. A medida que el nuevo virus se acercaba, las deficiencias flagrantes en Perú se hicieron evidentes. Sólo había 100 camas de unidades de cuidados intensivos disponibles para pacientes con COVID-19, dijo el doctor Víctor Zamora, quien fue designado para dirigir el Ministerio de Salud de Perú en marzo. Los escándalos de corrupción habían dejado en pausa numerosos proyectos de construcción de hospitales. Perú también enfrentó una escasez significativa de médicos, lo que forzó al país a embarcarse en una campaña de contratación masiva.
Incluso ahora, varios meses después, las necesidades de Perú están muy por debajo de ser cumplidas. A la fecha, el país tiene menos de 2.000 camas de cuidados intensivos, comparadas con las más de 6.000 en el estado de Florida, en los Estados Unidos, que tiene 10 millones de habitantes menos, según datos oficiales.
Los altos niveles de pobreza y las personas que dependen de los salarios diarios del empleo informal complicaron los esfuerzos del gobierno para imponer una cuarentena estricta, lo que desafió más la habilidad de Perú para responder de manera efectiva al nuevo virus.
Zamora dijo que cuando llegó el gobierno ya había decidido que las pruebas moleculares no eran una opción viable. La nación no tenía la infraestructura necesaria para procesar las pruebas, pero también actuó con mucha lentitud para tratar de obtener lo poco que estaba aún disponible en el mercado.
“Perú no compró a tiempo lo que podía comprar”, dijo. “Toda América Latina compró antes, incluso Cuba“.
Las pruebas de anticuerpos —que detectan las proteínas creadas por el sistema inmune en respuesta a un virus— tenían numerosos inconvenientes. No habían sido probadas de manera amplia y su precisión estaba en duda. Si son realizadas demasiado pronto, la mayoría de las personas con el virus dan negativo. Eso puede causar que las personas infectadas crean que no tienen COVID-19. Los falsos positivos pueden ser igual de peligrosos y provocar que las personas piensen erróneamente que son inmunes.
Sin embargo, las pruebas de anticuerpos no requerían un gran entrenamiento ni tampoco de un laboratorio: era posible enseñar cómo aplicarlas a trabajadores municipales sin educación médica.
“En el momento, era (correcto) cuando tomaron esa decisión”, dijo Zamora. “Lo que conocíamos del virus no es lo que sabemos hoy”.
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Al principio, Ernesto Canayo, un padre de 44 años que trabaja como empleado de limpieza municipal en la capital de Perú, no hizo caso de la fiebre y el dolor de cabeza que no desaparecían.
Miembro de la comunidad indígena Shipibo-Conibo, vivía en una choza en una colina a unas 10 cuadras del palacio presidencial y el parlamento. Su hogar de una habitación, que compartía con su prometida y su hijo de dos años, se mantiene unido con trozos de madera y lonas de plástico.
A principios de abril, instados por él, su familia se fue a vivir con parientes fuera de Lima con la idea de que así lograrían evitar mejor al virus. Pero los síntomas comenzaron poco después. Por teléfono, le dijo a su hermana que sentía dolor en el pecho. Fue a trabajar y allí le hicieron una prueba rápida.
“No me sale nada”, le dijo.
Preocupado por perder su empleo, continuó trabajando; se desplazó en transporte público, e incluso ayudó a otros miembros de su comunidad a limpiar los baños que compartían. El barrio Cantagallo no tiene agua corriente ni electricidad. Desde el 2013, los funcionarios se han comprometido a realizar mejoras. Dos alcaldes de la ciudad que prometieron viviendas han sido involucrados en la investigación de corrupción más grande de Latinoamérica.
Semanas después, Canayo aún se sentía mal y empeoraba. Los funcionarios del Ministerio de Salud llegaron a Cantagallo a principios de mayo, y llevaban con ellos 120 pruebas rápidas.
La mitad de los examinados dieron positivo, aunque Canayo, no.
“¿Cómo van a decir que no lo tengo?”, le preguntó a su hermana después. “Siento que todos los síntomas los tengo”.
En todo Cantagallo la prueba causó confusión y alarma. Personas que aparentemente no tenían síntomas resultaban positivas, mientras que las pruebas de otros que estaban convencidos de tener COVID-19 resultaban negativas.
“Las pruebas mintieron”, dijo Harry Pinedo, un artista y maestro en Cantagallo quien aseguró que tenía numerosos síntomas, pero cuyo resultado fue negativo. “Nos han engañado”.
Evelyn Reyes, la prometida de Canayo, dijo que él le comentó que tal vez solo sentía los efectos del clima: una brisa fría se coló en su choza desprotegida por la noche; casi nunca se enfermaba, y dos pruebas negativas de COVID-19 lo hacían dudar.
“Él me dijo: ‘Estoy bien y voy a recuperar de esto. Voy a salir de esto’”, contó ella.
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Las pruebas de anticuerpos están diseñadas para usarse como encuestas serológicas para proporcionar a las autoridades de salud pública una indicación de cuán extendido está el virus en una comunidad. Algunos médicos creen que también pueden ser una herramienta útil si un paciente con un caso severo de COVID-19 ha dado negativo varias veces en una prueba molecular, pero presenta los síntomas. En ese caso, el virus quizá ya no esté en sus vías respiratorias, pero se podrían detectar los anticuerpos.
En Perú, por el contrario, la prueba se utiliza con frecuencia con fines diagnósticos.
“Digo yo que no estamos haciendo un uso muy adecuado”, dijo el doctor Rubén Espinoza, el exdirector de la agencia de regulación médica de Perú. “Mencionan los resultados de las pruebas rápidas como si fueran pruebas diagnósticas y lo que hace es confundir nada más a la opinión pública”.
El gobierno central de Perú compró casi seis millones de pruebas de anticuerpos de cuatro marcas diferentes en los primeros meses de la pandemia, de acuerdo con registros públicos. Al menos una, importada de China a través de la empresa Core Technology Co., no tiene la aprobación de la agencia reguladora médica de China. No está claro si la compañía buscó la aprobación de las autoridades chinas; y no tenerla, no es necesariamente un indicador de calidad. La prueba puede venderse en la Unión Europea, debido a que no hay una autoridad reguladora que las evalúa antes de que lleguen al mercado.
Otra, de la empresa surcoreana SD Biosensor, ha sido objeto de escrutinio en los Estados Unidos. La Administración de Alimentos y Medicamentos de los Estados Unidos (FDA, por sus siglas en inglés) prohibió la prueba de anticuerpos Standard Q del grupo.
La FDA no detalla por qué las pruebas se retiran de la distribución; puede ser por no proporcionar datos suficientes o porque se encuentra que no cumple con los estándares de la agencia, entre otras razones. Un análisis independiente de la prueba, patrocinado por el Instituto Nacional del Cáncer, encontró que sólo tenía un 76.7 % de posibilidades de identificar correctamente un caso positivo.
El gobierno de Perú asegura que la prueba Standard Q que compró es diferente porque usa una tira reactiva en lugar de dos, aunque una vocera de la FDA dijo que ambas son “muy similares”.
El estado de Rhode Island, en los Estados Unidos, compró 20.000 pruebas de anticuerpos SD Biosensor en abril, pero terminó por devolverlas para obtener un reembolso después de que la FDA prohibiera su uso.
La prueba SD Biosensor —de la que alrededor de cinco millones han sido importadas a Perú, según los registros de importación compilados por una de las principales empresas de diagnóstico del país y compartidos con The Associated Press— todavía se utiliza allí. Las autoridades la utilizaron en la comunidad indígena de Cantagallo y al menos en un mercado de alimentos en agosto.
Ni SD Biosensor ni Core Technoogy respondieron a múltiples solicitudes de comentarios.
El doctor Víctor Suárez, subdirector del Instituto Nacional de Salud de Perú, dijo que se realizaron estudios cualitativos en todas las pruebas compradas por el gobierno central, y que las que no cumplieron con los requisitos del país fueron regresadas. Pero esas pruebas representan sólo alrededor de la mitad de todas las pruebas rápidas de anticuerpos que se han realizado en Perú. Millones más se han importado de docenas de otras marcas, muchas de las cuales están prohibidas por la FDA.
Suárez dijo que la agencia reguladora del gobierno ha realizado pruebas en muestras de compras no estatales, y como resultado, ha emitido alertas para eliminar muchas. Se han emitido alertas públicas para alrededor de una docena de pruebas, pero no para todas las que han sido cuestionadas.
Dijo que a pesar de las cuestiones planteadas sobre las marcas individuales, en general han ayudado a Perú a identificar más casos de lo que hubiera hecho de otra manera.
“Hemos hecho todo el esfuerzo por identificar al mayor número de casos posible”, dijo. “Sea compras moleculares, sea compras rápidas”.
Diez de las aproximadamente 80 marcas diferentes de pruebas de anticuerpos importadas están prohibidas en los Estados Unidos, como muestran los registros. Una cantidad fueron compradas a empresas relativamente pequeñas y nuevas que recibieron importantes contratos. Una empresa que firmó un contrato con el gobierno peruano se promocionaba como una marca de cosméticos hasta hace poco.
Las regulaciones de declaración de emergencia han hecho que sea más fácil obtener contratos y que existan menos salvaguardas para protegerse de la corrupción, dijeron varios médicos y personas que trabajan en la industria farmacéutica.
“Empezó a traer las pruebas rápidas cualquier empresa”, dijo Víctor Chu, director de Diagnóstica Peruana, una de las empresas farmacéuticas más antiguas del país. “Cualquiera puede comprar la marca que quiera, el monto que quiera, sin mayor proceso ni control”.
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La FDA, a la que países como Perú recurren con frecuencia en busca de orientación, inicialmente fue poco estricta en cuanto a las pruebas de anticuerpos permitidas en el mercado.
La agencia había sido criticada por actuar con demasiada lentitud para que estuvieran disponibles las pruebas moleculares. Cuando las pruebas de anticuerpos entraron en escena, optó por moverse con rapidez. Los reguladores estadounidenses permitieron que las pruebas de análisis de sangre llegaran al mercado sin antes proporcionar prueba de que funcionaban. Simplemente se les requería notificar a la FDA sobre sus planes y proporcionar un aviso legal de descargo de responsabilidad.
Para mayo, la FDA anunció que anulaba esa política como parte de una revisión de la calidad de los productos introducidos debido a la emergencia.
“Desafortunadamente, vemos a actores sin escrúpulos que comercializan equipos fraudulentos y utilizan la pandemia como una oportunidad para aprovecharse de los estadounidenses”, dijo Anand Shah, comisionado adjunto de la FDA.
Pero los estadounidenses no fueron los únicos que confiaron en productos defectuosos.
En España, Inglaterra, India y otros lugares, los reguladores han regresado pruebas rápidas de anticuerpos compradas y que han encontrado que arrojan demasiados falsos positivos, falsos negativos o ambos.
Los países menos desarrollados y sin un sistema sólido para validar la veracidad de las pruebas tardaron más en eliminarlas, y algunas aún están autorizadas para su uso en la actualidad.
“Claramente este es un error que la FDA y los Estados Unidos cometieron, y que ahora tiene un efecto negativo importante en otros países”, dijo Peter Pitts, un excomisionado asociado de la FDA. “Todos los países que confiaron en la FDA deben admitir que cometieron un error: que estaban convencidos erróneamente de que estas pruebas eran precisas”.
Y añadió: “Los datos incorrectos solo ayudan a que el virus se propague más rápido. Los datos incorrectos cuestan vidas”.
Perú no es el único país que ha importado pruebas potencialmente defectuosas. En Ecuador, Chile, México y otras partes de Latinoamérica, las listas de pruebas de anticuerpos autorizadas todavía incluyen algunas de las que están en la lista de las prohibidas por la FDA. Sus gobiernos no respondieron a las solicitudes de declaraciones.
La marca específica de prueba de anticuerpos que se utiliza es fundamental, advirtió la Sociedad de Enfermedades Infecciosas de los Estados Unidos (IDSA, por sus siglas en inglés), una organización profesional de especialistas médicos. Los exámenes de flujo lateral —como la prueba de punción sanguínea más utilizada en Perú— son notoriamente inconsistentes. Incluso para fines de vigilancia, la IDSA advirtió que es vital tener pruebas con una especificidad del 99.5 % o mayor para identificar correctamente los casos negativos.
Estudios independientes patrocinados por el Instituto Nacional de Cáncer encontraron que algunas pruebas que ya fueron retiradas del mercado de los Estados Unidos, pero que siguen en uso en otros países, como Perú, tenían bajas tasas para identificar de manera correcta un caso positivo o negativo.
“Mucha gente contagiando creyendo que son negativos cuando no lo son”, dijo Chu. “El gobierno se preocupa mucho de los íconos en la comida, la cantidad de grasa… ¿Por qué no para las pruebas rápidas, que es una cuestión de vida o muerte?”.
La IDSA también instó a los profesionales médicos a que utilizaran las pruebas de anticuerpos tres o cuatro semanas después del inicio de los síntomas para evitar los resultados incorrectos. En Perú, por el contrario, las pruebas se utilizan a menudo unos días o sólo una semana después de los síntomas.
“No concluiría que todas son malas”, dijo la doctora Angela Caliendo, miembro de la junta de la IDSA. “Diría que algunas se desempeñan muchísimo mejor que otras. Y si las va a usar, fíjese bien en las estadísticas de desempeño”.
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En Cantagallo, las casi 250 familias que viven apiñadas en chozas pequeñas se enfermaron cada vez más tras la primera ronda de pruebas de COVID-19 que aplicó el gobierno.
Cuando los trabajadores del gobierno regresaron 10 días después, detectaron muchos más casos: de las 656 personas a quienes se les realizó una prueba de anticuerpos, 476 dieron positivo, el equivalente a casi el 73%. Y las personas que habían tenido un resultado negativo, como Canayo, no se habían aislado adecuadamente. Un escepticismo antiguo y continuo hacia los hospitales significó que los más enfermos se rehusaron a buscar ayuda. Como son un pueblo de vínculos cercanos, también se mostraron reacios a dejar solos a quienes tuvieron un resultado positivo. En lugar de ello, las familias mantuvieron cerca a los enfermos y trataron de ayudarlos a recuperarse con remedios naturales, como inhalar el vapor de hojas de eucalipto hervidas.
“Todos enfermos”, dijo Pineda, el artista. “Todos tenían COVID”.
Las imágenes de un día de pruebas masivas en mayo muestran que los técnicos utilizaron una prueba de la empresa china Coretests. Se puede obtener relativamente poca información en su sitio web o en estudios independientes publicados. La prueba no está en la lista de las prohibidas por la FDA, pero tampoco está aprobada. Ni siquiera está aprobada para su uso por la propia agencia reguladora médica de China.
Canayo, mientras tanto, empeoraba. Tenía todos los síntomas clásicos de COVID-19, incluida la pérdida del sentido del gusto. Su prometida dijo que tomó Tylenol pero que seguramente necesitaba oxígeno, que la comunidad no tenía.
El día previo al Día de las Madres, Rossi Canayo, de 40 años, llamó para saber cómo estaba su hermano. Aunque no podía verlo, supo por el sonido de su voz que estaba enfermo y agitado.
Los vecinos iban a ver cómo estaba, pero su prometida y su hermana no estaban cerca, atrapadas en pueblos lejanos en medio de la estricta cuarentena de la población.
“Se quedó solo”, dijo.
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En todo Perú, muchas familias lidiaban con resultados igualmente confusos.
Janina Huallpa, encargada del banco de sangre de una clínica de cáncer infantil, tuvo fiebre en mayo. Había trabajado durante los primeros meses de la pandemia, e iba a paradas de autobús, supermercados y otras áreas concurridas en busca de donadores de sangre que pudieran ayudar a salvar vidas.
Una prueba rápida administrada en su trabajo resultó negativa. Dudosa, fue a un hospital público donde otra prueba de anticuerpos también resultó negativa.
“Me dijeron que de repente era una infección”, dijo. A lo largo de las siguientes tres semanas, empeoró progresivamente, y tenía dificultades para caminar y hablar. Nuevamente acudió al hospital y otra vez su prueba resultó negativa, así que la enviaron a su casa. Los médicos le dijeron que no tenía el virus
Preocupada y ansiosa, la madre de dos niños regresó al hospital días después tras no mejorar. Esta vez, los médicos le tomaron una radiografía de tórax y encontraron neumonía. Una cuarta prueba rápida resultó negativa, pero los médicos de todos modos decidieron enviarla a un hospital más grande en Lima, donde le hicieron una prueba molecular.
La prueba resultó positiva y pasó 10 días en un ventilador.
Cuando despertó, los médicos le dijeron que otras ocho personas que ingresaron a la unidad de cuidados intensivos el mismo día que ella habían muerto de COVID-19.
“Si uno de esos hubiese salido positivo, hubiese recibido el tratamiento adecuado”, dijo Huallpa. “¿Cuánta gente está muriendo a causa de esto?”.
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Hasta la fecha, Perú ha diagnosticado a más de 800.000 personas con COVID-19; del total, 77 % de los casos han sido diagnosticados mediante pruebas rápidas de anticuerpos. En general, ha realizado más de ocho millones de pruebas de sangre, y solo 780.000 moleculares con hisopos nasales.
En la región más afectada del mundo, es el tercer país con mayor número de casos, casi a la par de Colombia, que tiene 20 millones de habitantes más. Más de 32.000 personas han muerto, pero los funcionarios de salud admiten que 23.585 más con síntomas de COVID-19 fallecieron antes de recibir una prueba positiva. Aun con la estadística más baja, Perú tiene más o menos tantas muertes como Francia, que tiene una población dos veces mayor.
Algunos médicos se muestran reacios a criticar la enorme dependencia del país en las pruebas de anticuerpos. Sostienen que, cuando son usadas correctamente, las pruebas pueden ser una herramienta útil, especialmente para naciones como Perú que no tienen una amplia capacidad para pruebas moleculares. Además, varios dijeron que los médicos deben dar un diagnóstico con base en los síntomas, no en una prueba, y que, en última instancia, múltiples factores son los culpables, incluidos años de inversión insuficiente en la atención médica.
El país ha realizado avances para la expansión de pruebas moleculares: ahora hay 46 laboratorios públicos y privados capaces de procesar los exámenes. Además, Perú recientemente comenzó a usar una prueba molecular creada por médicos del país que puede dar resultados en menos de dos horas.
“Pruebas rápidas tienen su lugar y su momento de uso. Nuestro país tomó la decisión al no haber más pruebas moleculares de incorporar las pruebas rápidas como una forma de paliar la ausencia de pruebas, y tienen su función”, dijo Pilar Mazzetti, la ministra de salud de Perú. “No hay ninguna que tenga 100% de capacidad de detectar el virus”.
Aunque Perú ahora puede realizar 12.000 pruebas moleculares al día —aún muchas menos que otros países en Latinoamérica— el diagnóstico todavía se realiza principalmente mediante pruebas de anticuerpos. Los médicos dijeron que las percepciones erróneas generalizadas sobre el significado de un resultado positivo o negativo ocasionan errores graves.
“Que no se haya cambiado la utilización de las pruebas rápidas, eso me parece inaceptable”, dijo el doctor Ernesto Gozzer, profesor de la Universidad Cayetano Heredia, en Perú.
En una amplia gama de trabajos —desde sesiones de fotografía hasta mercados de alimentos—, los empleadores requieren una prueba de anticuerpos negativa para poder volver al trabajo. Las pruebas, que pueden costar 30 dólares cada una, se han vuelto populares. Sin embargo, un resultado positivo no necesariamente es signo de una infección activa. Más bien, puede indicar que alguien tuvo el virus con anterioridad.
De la misma manera, un resultado negativo no ofrece ninguna garantía de que alguien no tenga el virus.
En Lima, las pruebas moleculares cuestan alrededor de 110 dólares cada una, que es casi la mitad del salario mínimo mensual, lo que las deja fuera del alcance de muchos peruanos que no pueden pagarlas de su bolsillo y a quienes quizá sólo se les ofrezca una prueba serológica en una clínica local.
Marco Mayo, supervisor de construcción, vio de primera mano los resultados aleatorios que pueden generar las pruebas. Utilizó dos pruebas diferentes vendidas por dos marcas distintas, una en su dedo índice izquierdo y la otra en su dedo medio: un dedo resultó positivo y el otro, negativo.
No se le permitió regresar a trabajar mientras los resultados no fueran claros.
“Por culpa de ellos perdí un mes de mi vida”, dijo.
Otros malos resultados han sido mucho más significativos.
Katy Retamozo, presidenta de la Asociación Peruana de Enfermeras Intensivistas, dijo que ha visto pacientes que han resultado negativos en pruebas rápidas de anticuerpos y que regresan días después con neumonía por COVID-19 avanzada. El retraso en la identificación adecuada de los casos, cree ella, podría ser un factor en el nivel especialmente alto de mortalidad de la nación.
“Eso hizo que se tardaran de repente en acudir al hospital o empezar tratamiento”, dijo.
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A las cinco de la mañana del Día de las Madres, sonó el teléfono celular de Rossi Canayo. En el otro extremo, una voz le dio la noticia: su hermano había muerto.
La noticia de la muerte de Ernesto sembró el miedo en Cantagallo. De pronto, el virus que muchos habían desestimado como una amenaza lejana estaba entre ellos. Y si un adulto por lo demás sano y que había dado negativo podía morir una semana después, todos ellos eran vulnerables.
Para su hermana, su muerte ha generado preguntas y angustia. Cuestiona qué hubiera pasado si una prueba hubiera diagnosticado rápidamente su enfermedad. Y también cuestiona por qué la ciudad en la que laboraba usaba una prueba de anticuerpos en un trabajador que estaba en la calle con síntomas.
“Lo han abandonado”, dijo.
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Contribuyó con este reporte el investigador de The Associated Press Chen Si, en Shanghai, China.