Guatemala no será fácil de gobernar para el ganador de las elecciones
El ganador de las elecciones presidenciales de Guatemala no gobernará una nación fácil: la corrupción, la migración, la pobreza y la inseguridad, sumadas al rápido deterioro del Estado de Derecho, son algunos de los desafíos que le esperan en enero cuando tome posesión
El ganador de las elecciones presidenciales de Guatemala no gobernará una nación fácil: la corrupción, la migración, la pobreza y la inseguridad, sumadas al rápido deterioro del Estado de Derecho, son algunos de los desafíos que le esperan en enero cuando tome posesión.
No son problemas nuevos para el país ni en Latinoamérica, pero han sumido a los votantes en el desencanto. Un 13% de los 9,2 millones de ciudadanos aptos para votar planea emitir votos nulos en las elecciones del domingo, según una encuesta publicada por el diario Prensa Libre.
Rolando Quiroa, un abogado de 62 años, dijo a The Associated Press que no tenía esperanzas de un cambio en Guatemala porque ve a los principales candidatos como una continuación de la fallida política actual.
Quiroa, quien se negó a decir por quién votaría, dijo que los partidos han condicionado a los votantes a pensar simplemente en los beneficios que se prometen a cambio de votos, pero no ofrecen una visión para cambiar completamente al país.
Ni uno solo de los 22 candidatos se acerca al 50% requerido para obtener la victoria el domingo, por lo que una segunda ronda entre los dos más votados parece el escenario más probable.
Los principales aspirantes se encuentran en el extremo conservador del espectro político. La ex primera dama Sandra Torres, que busca por tercera vez la presidencia, ha tenido éxito con una campaña populista en la que prometió apoyo para los necesitados.
Pero la verdadera batalla se dará por el segundo lugar para el eventual balotaje del 20 de agosto. El diplomático Edmond Mulet se enfrenta a la ultraconservadora Zury Ríos Sosa, hija del fallecido dictador Efraín Ríos Montt. Ambos prometen tácticas de mano dura como en el vecino El Salvador para enfrentar la violencia.
“Los niveles de democracia cayeron sustancialmente, entonces el presidente va a heredar un país cuyas instituciones están bastante dañadas”, aseguró a AP Lucas Perelló, doctor en política y profesor asistente de la Universidad Marista en Nueva York y experto en temas de Centroamérica, “Vemos altos niveles de corrupción y no necesariamente una voluntad política para enfrentar o reducir esos niveles”, explicó.
Ese deterioro, dijeron los expertos, comenzó en el gobierno de Jimmy Morales (2016-2020) cuando decidió dar por finalizado el mandato de la Comisión Internacional Contra la Impunidad (CICIG), un ente de las Naciones Unidas que puso al descubierto decenas de redes de corrupción cuyos tentáculos alcanzaban al Poder Ejecutivo, Legislativo y Judicial, pasando también por particulares y grandes empresarios.
Tras la salida de la CICIG hubo un reacomodamiento de las fuerzas políticas que habían sido golpeadas por las investigaciones anticorrupción y se abrió paso la persecución de quienes las llevaron a cabo, muchos de los cuales debieron irse del país. A su vez hubo una cooptación de la Fiscalía General, la Procuraduría de Derechos Humanos, el Tribunal Supremo Electoral y la Corte de Constitucionalidad con funcionarios que responden a empresarios y al gobierno, sostuvo el exfiscal Juan Francisco Sandoval, ahora exiliado.
La democracia guatemalteca es de mucho interés para Estados Unidos, en gran parte porque sigue siendo una de las principales fuentes de emigración en el hemisferio.
Cuando la vicepresidenta estadounidense Kamala Harris visitó Guatemala en junio de 2021 la prioridad de la administración de Joe Biden era controlar el flujo migratorio. La corrupción fue un tema prioritario en las conversaciones de Harris con el presidente Alejandro Giammattei, ya que según el gobierno estadounidense era la causa de que los guatemaltecos dejaran de ver un futuro para sí mismos en su país.
Un mes después de la visita el gobierno de Biden anunció que había perdido la confianza en el compromiso de Guatemala para combatir la corrupción y sancionó a la fiscal general Consuelo Porras y a su principal fiscal anticorrupción, Rafael Curruchiche, por socavar la democracia guatemalteca.
Desde entonces la Fiscalía General ha abierto varios procesos contra sus propios exfiscales anticorrupción como Sandoval.
La migración de guatemaltecos ha sido inferior a la de los últimos dos años, pero siguen siendo los ciudadanos que llegan en mayor número a la frontera de Estados Unidos, seguidos de los hondureños.
En mayo la Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza de Estados Unidos informó casi 15.000 encuentros con migrantes guatemaltecos en su frontera suroeste, un nivel que se ha mantenido constante durante los últimos 10 meses pero significativamente inferior a los más de 21.000 de mayo del año pasado y los más de 26.000 de mayo de 2021.
El dinero enviado a casa por los migrantes, principalmente desde Estados Unidos, es fundamental para mantener a flote a muchos guatemaltecos. Las remesas representaron alrededor del 20% del Producto Interno Bruto de Guatemala el año pasado y se espera que alcancen un récord de 20.000 millones de dólares este año.
La pobreza es otra de las razones por la que miles de guatemaltecos huyen del país: según cifras oficiales uno de cada dos niños vive con desnutrición crónica.
En una entrevista con AP Víctor Aguayo, director de nutrición y desarrollo infantil de UNICEF, dijo que la situación se agravó en los últimos dos años y que “Guatemala necesita una respuesta urgente”.
Perelló cree que las ofertas electorales no representan los cambios que la sociedad necesita, por lo que estima que el próximo gobierno será una continuación del actual.
“Los niveles de descontento que existen son bastante altos”, dijo el académico que aseguró que los votos nulos, en blanco y el abstencionismo aumentarán en las elecciones del domingo.
Ana Esquivel, una vendedora de 30 años de la Ciudad de Guatemala, dijo que nunca había votado y que no planea hacerlo esta vez. Por un lado porque debe trabajar los domingos para mantener a su hija de cinco años, pero también porque siente una fuerte apatía y desconfianza.
"Yo siento que ninguno (de los candidatos) está capacitado porque ahorita todo el mundo anda así como que diciendo ‘yo voy a hacer esto’... cuando ya están en la presidencia ya no hacen lo que dicen. Es como que todo es mentira”, dijo Esquivel.