Colombia y ELN reanudan diálogo en busca de cese al fuego
La guerrilla Ejército de Liberación Nacional y el gobierno colombiano inician en Ciudad de México el segundo ciclo de los diálogos en un renovado intento por acabar la confrontación que sostienen desde hace casi seis décadas Uno de sus principales objetivos en esta nueva etapa será intentar un alto el fuego nacional
La guerrilla Ejército de Liberación Nacional y el gobierno colombiano iniciaron el lunes en la Ciudad de México el segundo ciclo de los diálogos para intentar poner fin a la confrontación que sostienen desde hace casi seis décadas y que estará centrado, entre otros temas, en lograr un cese al fuego nacional.
“En este ciclo tenemos que producir hechos”, afirmó el representante del gobierno, José Otty Patiño, quien apostó porque el alto el fuego que genere “alivios permanentes... no treguas temporales”.
En este sentido, Patiño dijo que el reto es disminuir las confrontaciones armadas y la hostilidad hacia la sociedad civil no sólo en los territorios afectados -el ELN tiene presencia en unos 200 municipios- sino en el resto de Colombia.
El presidente colombiano Gustavo Petro planteó recientemente este nuevo enfoque que incluye detener cualquier afectación a la población civil y la suspensión de los negocios ilícitos de los que suelen obtener ganancias distintos actores armados en Colombia.
Por su parte, Pablo Beltrán, jefe de la delegación de la guerrilla fundada en 1964, habló de avanzar en "los preparativos para acordar un cese del fuego bilateral, temporal y nacional” y enfatizó la importancia de resolver las causas económicas del conflicto, como la desigualdad social, y no sólo buscar la “desmovilización automática de las rebeldías”.
También apostó por "una política antidrogas alternativa que deje de estar basada en la represión y en la guerra”.
En esta segunda etapa de diálogo las partes buscarán también acordar la agenda definitiva de las negociaciones y definir cómo será la participación de la sociedad civil colombiana, un actor no visible en la mesa pero que, según el gobierno, debe ser el protagonista del proceso.
El cese al fuego se convirtió en un punto neurálgico de la negociación debido a que en enero el gobierno lo decretó sin que el ELN estuviera de acuerdo, generando una crisis al interior de la mesa. Las partes se reunieron de manera extraordinaria en Caracas para resolver el incidente.
Esta es la sexta vez que el ELN se sienta a negociar con un gobierno para buscar una solución política al conflicto. El proceso actual comenzó en 2017 durante el gobierno de Juan Manuel Santos (2010-2018), primero en Quito y después en La Habana. Sin embargo, la mesa fue suspendida por más de tres años luego de que el ELN atacó con explosivos una escuela de policía en 2019, matando a 22 personas.
El diálogo fue retomado en noviembre de 2022 tras el ascenso al poder de Petro, el primer presidente de tendencia izquierdista en Colombia y quien en su juventud militó en la extinta guerrilla M-19.
La nueva etapa de diálogo ha tenido sedes itinerantes entre los países garantes del proceso. El primer ciclo se desarrolló en Caracas y el segundo se planeó en la Ciudad de México. Los diálogos son respaldados por Noruega, Chile, Cuba y Brasil como garantes y acompañado por las Naciones Unidas y la Conferencia Episcopal de Colombia.
La negociación no ha estado exenta de debates. El ELN ha cuestionado públicamente la “paz total”, una política con la que el gobierno busca acercamientos simultáneos con múltiples grupos armados y bandas de narcotraficantes.
Eliécer Chamorro, alias “Antonio García” y máximo comandante del ELN, ha reclamado un trato diferencial al de los llamados “grupos armados organizados” y Patiño ha contestado en declaraciones a la prensa que la “paz total” tiene distintos tratamientos dependiendo de los actores ilegales y el ELN siempre ha tenido un “carácter político”.
Andrés Macías, investigador del conflicto y de temas de paz de la Universidad Externado de Colombia, explicó a The Associated Press que al ELN como un grupo que “al menos en su origen” tenía un interés político de cambiar la forma en la que el Estado debe actuar, le interesa no estar al mismo nivel que otros actores armados como el Clan del Golfo, considerado en los últimos años como el cártel más peligroso del país.
La diferencia radica en que Petro ha dicho que con los narcotraficantes no negociará políticamente, sino que tendrán que someterse a la justicia.