¿Qué quiere realmente internet de Ezra Miller?
Después de una serie de roces legales y mediáticos escándalos, le actor de Justice League finalmente ha buscado tratamiento para sus “complejos problemas de salud mental”. A pesar de eso, el internet parece no estar seguro de si deberíamos reírnos o condenarle. Tal vez, propone Adam White, deberíamos dejar de hablar por completo
Las redes sociales son una gran máquina de pinball, con todos nosotros saltando salvajemente entre la ira, la compasión y la burla. Mientras tanto, algunas personas están listas para explicar en qué nos equivocamos a cada momento. Un ejemplo: Ezra Miller. Le asediado actor, que ha estado en el centro de un diagrama de Venn de todo el discurso en línea últimamente, finalmente ha buscado tratamiento para sus “complejos problemas de salud mental”, luego de meses de arrestos, malos titulares y el destino de la película de US$200 millones The Flash en juego. Ya se han trazado las líneas de batalla y las opiniones afirman ser definitivas. Pero, ¿deberían serlo?
“Quiero disculparme con todos por haber alarmado y molestado con mi comportamiento pasado”, dijo Miller en un comunicado publicado el 15 de agosto. “Me comprometo a hacer el trabajo necesario para volver a una etapa saludable, segura y productiva de mi vida”.
Los recientes roces de Miller con la ley (un cargo de delito grave de robo en Vermont; arrestos por alteración del orden público, acoso y agresión en segundo grado en Hawái) le han convertido (Miller es una persona no binaria y usa el pronombres elle) en una figura polarizadora de la cultura pop. Asimismo, su relación con un activista nativo americano de 18 años llamado Tokata Iron Eyes, cuyos padres acusaron a Miller de manipular a su hijo a través de “violencia, intimidación, amenaza de violencia, miedo, paranoia, delirios y drogas”, y buscaron una orden de protección contra Miller como resultado. El propio Tokata Iron Eyes, sin embargo, ha negado que cualquiera de las afirmaciones de sus padres sea cierta.
Durante mucho tiempo, se esperaba que cualquier participante en el debate en línea tuviera una postura despiadadamente inequívoca sobre todos y cada uno de los temas. Sin embargo, la historia de Miller es más difícil de interpretar que la mayoría. Cualquiera que tenga ojos puede ver que Miller ha estado en crisis por un tiempo, y que es bueno que esté buscando ayuda (Warner Bros, los creadores de su próxima película de DC Comics, The Flash, supuestamente respaldan la decisión de Miller). Pero los rumores que le rodean, desde Tokata Iron Eyes hasta alegaciones más extensas sobre posesión de armas, agresión y Miller dirigiendo un círculo empresarial al estilo de un culto formado por artistas y otres jóvenes no binaries, lo ha convertido en una figura mucho más complicada de la que hablar.
Esta profunda sensación de malestar solo se ha visto exacerbada por los caprichos hiperactivos de Internet. Según el rincón de Twitter que habites, Miller es un villano de dibujos animados que provoca risas en una ola de crímenes internacionales, una mala persona real o un reflejo de todo lo que está mal en Hollywood. Ninguna de estas opiniones permite una gran complejidad. Los chistes se derivan de la pura regularidad y la distribución geográfica de los problemas legales de Miller, como si se hubieran embarcado en una versión live-action unipersonal de Where in the World is Carmen Sandiego? Pero reírse, por culpable que sea, de los problemas recientes de Miller también significa pasar por alto las muy serias acusaciones formuladas contra Miller, que incluyen agresión y grooming. Pocos de los cuales, debo decir, han aclarado o respondido Miller y sus representantes.
Los fandoms están difundiendo una visión de un “Hollywood hipócrita” vinculando a Miller con problemas en gran parte no relacionados. O imaginarios. Así que allí tenemos a los fanáticos de Johnny Depp furiosos porque Warner Bros echó al actor de Fantastic Beasts pero mantuvo a Miller en la franquicia y en el papel de The Flash. Los fans de Amber Heard que piensan que la relativamente menor virulencia dirigida contra Miller es cruelmente desigual de la que ella fue objeto. Fans de Batgirl enojados porque Warner Bros canceló recientemente la producción de la película (especialmente porque se trata de una rara película de superhéroes protagonizada por una actriz latina) en lugar de The Flash. Los seguidores de Will Smith enojados porque aparentemente el actor recibió muchas más críticas de la industria por abofetear a Chris Rock en los Oscar que lo que sea que le esté pasando o no a Miller. Todo esto resulta en una acumulación de varios niveles de conexiones forzadas. No hay un resultado claro que se desee. Ningún resultado complacerá a todos.
Esto no sería un gran problema si no esperáramos que Warner Bros tomara una postura final sobre Miller. Pero (y digo esto disculpándome por defender una corporación de mil millones de dólares) ¿cómo podemos esperar que una entidad corporativa adopte una postura firme en una situación que claramente es enormemente complicada?
En este punto de nuestra experiencia con las redes sociales, sabemos que, en última instancia, todos los tuits se desvanecen lánguidamente con el viento; que gran parte del discurso que tenemos al alcance de la mano no es más que ruido infructuoso. Pero a veces es importante preguntarse qué es lo que realmente queremos de situaciones como esta, donde la cultura pop se cruza con el crimen y la enfermedad mental. El caso de Miller parece tocar todos los temas polémicos al mismo tiempo: ¿mostramos empatía por lo que sea que esté viviendo Miller? ¿O las acusaciones en su contra superan nuestra compasión? ¿Es válido tu problema con Miller? ¿O solo eres un fanático de Johnny Depp?
No sé cuál es mi posición con respecto a Ezra Miller hoy, aparte de que me alegre que esté recibiendo ayuda. Pero también está bien existir en un estado de incertidumbre sobre una situación en curso. La prisa por juzgar la viralidad de Twitter nos está destruyendo el cerebro.