And Just Like That: Los personajes de Che y Miranda destrozaron la serie, pero no de la manera que piensas
A pesar de un puñado de buenas ideas, el reboot de ‘Sex and the City’ ha sido un desastre polarizador, la cómica de stand-up sin gracia, Sara Ramirez, es considerada a menudo la fuente de sus problemas. Pero las fallas del programa son más profundas, escribe Adam White
En el penúltimo episodio de And Just Like That, el caótico renacimiento de Sex and the City, el pobre y asediado Steve habló por todos nosotros. “Todo esto se me ocurrió bastante rápido”, le dijo a Carrie, sobre la aventura rompe matrimonios de su esposa Miranda con Che Diaz, sin duda la persona no binaria y oradore motivacional más divertide de Nueva York. Tiene un podcast y un “concierto de comedia” en Netflix. “¿Me puedes ayudar?” Ah, Steve. Lo haríamos si pudiéramos.
En una serie definida por sus tropiezos creativos, desde la incertidumbre del tono hasta sus dificultades para integrar al menos a dos de sus nuevos personajes de color, Che de Sara Ramirez es el error de cálculo más atroz de And Just Like That. Desde el comienzo de la serie, le han hecho memes hasta el cansancio, le han acusado de arruinar el programa y le han descrito como “el peor personaje de la televisión”. El showrunner, Michael Patrick King, se ha visto obligado a defenderle varias veces, mientras que Ramirez se ha mostrado abierte sobre moderar su tono ácido. “Soy muy consciente del odio que existe en línea, pero tengo que proteger mi propia salud mental y mi propio arte”, le comentó al New York Times esta semana. Pero la culpa no la tiene Ramirez, quien siempre le ha dado al personaje un encanto punk. Tampoco (sorprendentemente) la tiene Che. Más bien, recae en los escritores del programa, quienes han elegido hacer de Che un área de desastre intachable en lugar de una adición radical e intrigante a una franquicia históricamente problemática. Che, los demás personajes de And Just Like That y nosotros en casa merecíamos algo mejor.
Describir And Just Like That como un lío polarizante es un poco como decir que Carrie de Sarah Jessica Parker de verdad ama los zapatos. Pues sí, duh. Todo lo bien escrito en el transcurso de sus 10 episodios: el dolor de Carrie por Big, su complejo alejamiento de Samantha de Kim Cattrall, Charlotte y su hije no binarie, la seductora agente inmobiliaria de Sarita Choudhury, Seema, se ha visto contrarrestado por el trastorno narrativo. Las tramas secundarias han aparecido y desaparecido a voluntad, los personajes cambian sus personalidades de un episodio a otro, 10 minutos completos de una serie limitada se dedicaron a que Carrie se molestara por un fuerte pitido en su cocina. A pesar de un puñado de buenas ideas, y el compromiso eterno y el carisma de Parker, el programa en general ha sido caótico e inseguro de sí mismo, como si sus escritores se comunicaran únicamente a través de una paloma mensajera.
El vórtice de desconcierto en el centro de todo ha sido Che. Presentado como jefe de Carrie y coanfitrione en el podcast de sexo y género XY & Me, Che es gurú del estilo de vida que fuma cannabis, colecciona groupies y es une comediante tan poco divertide que es algo casi hipnótico. Hay que pensar en Che como en Oprah si ella dijera “pussy” bastante, o un artista de un crucero que nos gustaría tirar por la borda.
La Miranda de Cynthia Nixon, con la boca congelada en una sonrisa surrealista permanente cada vez que está en su compañía. El motivo por el cual Miranda ha estado tan eróticamente embelesada por las lecciones de vida y la mala comedia de Che sigue siendo un misterio, pero la llegada de Che le ha hecho revisar dramáticamente su existencia a pesar de todo. Después de conocer a Che y aullar como una hiena durante un jugueteo con ellos en la cocina de Carrie, Miranda dejó a su esposo Steve y, en el final de esta semana, abandonó una pasantía en una organización de derechos humanos para huir con Che a Los Ángeles, donde están filmando un piloto de una sitcom. Es una historia que, sobre el papel, podría haber sido interesante, pero ha sido escrita con el cuidado de un niño pequeño con un mazo.
En And Just Like That… The Writers Room , un podcast semanal presentado por el productor ejecutivo del programa, Michael Patrick King, él y sus colegas escritores han discutido regularmente la historia de Miranda y sus razones. “Yo [quería] ver a Miranda completamente deshecha por una nueva persona, porque es muy tranquila y controlada todo el tiempo”, explicó la escritora Samantha Irby. “Creo que es muy refrescante verla tropezar, vulnerable y sin saber lo que hace”. Otros han dicho que la historia habla del momento en el que todos estamos. ¿Qué sucede cuando una rutina marital coincide con una pandemia? ¿Te revuelcas en el estancamiento una vez que te han dejado salir de tu casa? ¿O emerges decidido a cambiar tu vida?
Estas son excelentes preguntas. Del mismo modo, ver el programa explorar de forma adecuada lo queer, y hacer eco de lo queer en la posterior vida de Nixon, después de un intento poco entusiasta con Samantha en la serie original. El problema, sin embargo, ha sido la falta de diálogo al respecto. Ya sea por pereza o por un ligero temor a involucrarse con lo queer y el género en lugar de solo representarlo, el programa no ha hablado sobre Che Diaz. Puede parecer una queja extraña. Después de todo, Che parece aterrorizar al espectáculo, aparece inesperadamente en subastas de apartamentos, bares y obras de caridad. Pocas escenas de Che pasan sin que un admirador sin aliento se les acerque y eche espuma por la boca con elogios por su comedia, sus afirmaciones de vida o sus habilidades en la cama aparentemente de otro mundo. Pero hay que escuchar las conversaciones del programa, y todos los involucrados han optado por apelar a la quinta enmienda en lugar de hablar sobre elle o su dinámica con Miranda.
Como público, hemos visto a Che profesar su amor por Miranda una semana, luego decirle a la siguiente que no es su novia y que ni siquiera están saliendo. Hemos visto a Che coquetear y tener sexo con Miranda y luego no hablarle durante tres meses. En el final, Che elige decirle a Miranda que se mudarán a Los Ángeles no en privado, sino públicamente (¡y a través de una canción! ¡Agh!), y al mismo tiempo que se lo cuentan a sus amigos y familiares. En cualquier otra circunstancia, tal comportamiento se consideraría egoísta o manipulador, pero aquí se encoge de hombros. Mientras nosotros en casa rogamos por alguien, ¡quien sea!, que hable sobre los muchos elefantes en la habitación, todos en la pantalla se quedan en silencio, qué curioso.
Cuando Miranda anuncia en el brunch que planea pedirle el divorcio a Steve, es claro que Charlotte está molesta, pero luego parece callarse. “Supongo que sabes lo que estás haciendo”, dice. “Es tu vida, ¿qué sé yo sobre cómo deberías manejarla?” Antes, cuando Charlotte descubrió por primera vez que Miranda había estado engañando a Steve con Che, Carrie hace una broma sobre el queso en lugar de expresar cualquier postura. Cuando Steve le pide que lo ayude a entender por qué Miranda lo dejó por Che, Carrie se muestra estoica. “Todo lo que sé es lo que ella me dijo: que no se trata de estar con mujeres, se trata de estar con Che”, dice, antes de retroceder hacia una bandeja de pintura y cerrar la conversación. Carrie tampoco ha abordado nunca la falta de respeto de Che por los límites profesionales y personales. Incluso después de que Che apareciera en su apartamento y tuviera relaciones sexuales con su mejor amiga casada mientras Carrie estaba medio consciente en la habitación de al lado.
Lo extraño de esto es que Sex and the City siempre se ha tratado de conversaciones difíciles. Carrie, Samantha, Charlotte y Miranda criticaban regularmente las decisiones románticas de la otra, discutían sobre sus parejas y se amonestaban cuando era necesario. Miranda fue abierta acerca de que Big no le gustaba; Charlotte y Miranda estaban furiosas con Carrie por engañar a Aidan; Carrie le dijo a Samantha que su franqueza sexual la incomodaba. Había un nivel de honestidad en su dinámica individual que se sentía real y creíble: amigas tan cómodas entre sí que podían verbalizar lo que era usual no decir.
Todo eso ha estado ausente de And Just Like That, y ha sido reemplazado por un himno extraño, y éticamente dudoso, al objetivismo. Si se combina eso con las interminables intimidaciones de Che sobre la importancia de “vivir su verdad”, y el programa parece sugerir que lograr la felicidad personal es el objetivo final, sin importar si otras personas resultan dañadas en el proceso. De manera similar, los personajes se han reprendido repetidamente unos a otros por “juzgar” las elecciones de las personas, como si la madurez fuera igual a una especie de tranquila indiferencia. Pero es un mensaje frío para impulsar, como si el crecimiento solo pudiera llegar divorciándose de las opiniones o la preocupación amistosa.
Alcanzó su punto máximo en el final de And Just Like That, que prácticamente recreó una escena similar a la última temporada de Sex and the City. Allí, Carrie ha decidido abandonar su columna de sexo y su vida en Nueva York para irse a París, donde planea vivir con el escalofriante artista ruso, Alexandr (Mikhail Baryshnikov). Lo que Carrie en realidad hará allí, sin trabajo ni amigos, no está claro. “¡Estás viviendo en una fantasía!” Miranda llora, convencida de que Carrie está tomando una decisión trastornada de la que se arrepentirá. En el final de AJLT, los roles se invirtieron, Miranda renuncia a su pasantía para seguir a Che a Los Ángeles. “¿Qué vas a hacer todo el día?” Carrie pregunta. “¿Sentarte en una audiencia y reírte?”.
Fiel a su estilo, And Just Like That no reconoce los paralelos obvios entre ambas historias, y la conversación tampoco va a ninguna parte. Carrie se disculpa por “juzgar”; Miranda opina que se le debe “permitir” cambiar. Parecen no entender el punto, pero antes de que la escena pueda ir más lejos, la estrella invitada Hari Nef interrumpe a la pareja y les dice que vuelvan a ser amigas. Como gran parte de esta nueva serie, parece que los escritores se acercan tanto a un punto de inflexión dramático, pero luego retroceden 20 pasos.
A diferencia de (quizás) muchos, me encantaría que And Just Like That regresara para una segunda temporada. El programa siempre ha sido interesante, sin importar sus fallas, y ha habido momentos de grandeza aquí y allá que han justificado con creces su existencia. Pero el tratamiento nervioso y desconcertante de Che y Miranda ha sido casi fatal. Del elenco y el equipo del programa, Nixon ha sido el que más ha expresado su necesidad de explorar la raza, la sexualidad y el género esta vez, para compensar las fallas de la serie original. Pero si los escritores son reacios a profundizar en esos temas, y dajan la mera representación para tomar el relevo, ¿de qué le sirve a alguien? Si And Just Like That no estaba dispuesto a ir allí, entonces no debería haberlo intentado.