‘Back to black’: la película biográfica sobre Amy Winehouse que no supo reflejar la historia de la cantante
A pesar de las sólidas interpretaciones de Marisa Abela y Jack O'Connell como la estrella de la música y su esposo Blake Fielder-Civil, la controvertida película de Sam Taylor-Johnson evita juzgar a cualquier persona que no sea parte de los paparazzi, por lo que Blake y el padre de Amy, Mitch, salen impunes
La historia no es un himno al sufrimiento. Esta película biográfica de Amy Winehouse, muy controvertida, tiene muchos defectos, pero no se le puede acusar de explotar el “infierno de la adicción” de su protagonista, quien falleció en 2011, a los 27 años. De hecho, el retrato que el cineasta Sam Taylor-Johnson hace de la artista cuando era joven está tan decidido a ser festivo que apenas hace referencia al último año de vida de Winehouse. El film es protagonizado por Marisa Abela, estrella de la serie de BBC Two Industry, quien gracias a su talentosa voz también interpreta las canciones. Al final, la historia contagia más alegría que pena.
Está claro que Taylor-Johnson y el guionista Matt Greenhalgh, quienes trabajaron juntos en la historia de John Lennon Nowhere Boy, quieren diferenciar su proyecto del premiado documental Amy, de Asif Kapadia, de 2015, sobre la chica del norte de Londres con impactante voz, cuyo comportamiento autodestructivo se convirtió en fuente de entretenimiento para la prensa británica y estadounidense. Recuerdo haber dejado caer algunas lágrimas al final de Amy, aunque no necesité ningún pañuelo durante Back to black.
Esto se debe, en parte, a que la Amy de Abela nunca se ve desamparada. La verdadera Amy padeció bulimia desde la adolescencia y al llegar a los veinte años se veía extremadamente delgada la mayoría del tiempo, debido a las purgas, el consumo de drogas y de alcohol. En la nueva película, se hace mención de los trastornos alimenticios de Winehouse, pero Abela parece tener más o menos el mismo peso a lo largo de la filmación. También es una joven atractiva (acaso una versión vivaz de Rachel Weisz). Winehouse tenía una belleza única y poco convencional, aunque su atractivo no recibía el crédito que merecía. Abela es una actriz bastante buena, pero no consiguió meterse en la extraordinaria piel de Winehouse.
La forma en que Taylor-Johnson elige retratar a Blake Fielder-Civil, el joven con buen “estado físico” quien fue la obsesión de Winehouse durante años y con quien estuvo casada por un tiempo, es igualmente frustrante. La culpabilidad de Fielder-Civil en la adicción de Winehouse ha sido un tema polémico, pues él mismo afirmaba que “no se resistía demasiado” cuando ella le pedía que consumieran heroína. En Back to black, sin embargo, Blake (un hombre inseguro, a veces malhumorado y fácil de llevar, interpretado por el dulce y seductor Jack O'Connell) no es quien le ofrece a Amy las drogas de clase A. En la película, Blake le muestra a Amy las canciones del grupo musical femenino estadounidense The Shangri-Las, y ella queda fascinada al escuchar 'Leader of the pack'. La influencia de este grupo cambiaría la trayectoria de su carrera, pues ese estilo retro se convertiría en la esencia de su segundo álbum, ganador de varios Grammy y cuyo nombre lleva la película. Taylor-Johnson ha dicho que no quería demonizar a Blake, lo cual podría ser un punto válido, pero mostrarlo como el viento bajo las alas de Amy, es un tanto extremista y retorcido. El joven es una mezcla extraña entre oscuridad, rebeldía, bondad y moralidad, por decirlo de alguna manera.
El padre de Amy, Mitch Winehouse, interpretado por Eddie Marsan, es representado como el santo patrono de los padres optimistas. En un comienzo, dice que no a la rehabilitación de su hija, pero solo porque es un padre orgulloso y espera que su hija pueda solucionar sus problemas por si misma. En cuanto ella dice que está lista, él responde: “¡Vamos!”. Además, nunca la presiona para que vaya de gira. Y, desde luego, nunca la expone ante todo un equipo de cámaras del Canal 4 que grababa el documental Mi hija Amy, programa que de hecho sí existe. Cuando ya es una mujer adulta, su padre solo está ahí para consentirla y charlar sobre las embriagadoras dichas del jazz.
La relación de Amy con su “nana”, la madre de Mitch, Cynthia (Lesley Manville), es igual de empalagosa. Los únicos villanos, en esta historia, son los paparazzi, un blanco fácil. No se menciona a los magnates de la prensa, que convirtieron a las celebridades emocionalmente frágiles en presa fácil, ni al público que compró los periódicos o visitó los sitios web con videos y noticias sensacionalistas. En los años venideros, podremos ver Back to black en televisión, el día de Navidad, en el horarios de las telenovelas. No importa cuantas veces Amy dice “maldita sea”, a pesar de todas las groserías, esta película biográfica color de rosa tiene la rebeldía de un niño boy scout.
Algunos de los chistes, hay que reconocerlo, son bastante buenos. Al igual que las recientes películas Bohemian rhapsody y Rocketman, Back to black mantiene un suministro constante de comentarios ingeniosos. Cuando a Amy le dicen que apesta a alcohol y a cigarrillos, responde que es un nuevo “Chanel”. Cuando la policía hace una redada en la casa y pregunta si hay drogas, Blake afirma alegremente: “¡No, creo que nos tomamos todo!”. Pero, a diferencia del ingenio de Winehouse, que se manifiesta en sus endiabladamente astutas letras, esos chistes están ahí para hacerte reír, aunque deberían hacerte llorar.
Lo sorprendente es la agresividad de Winehouse cuando está borracha (una pelea en la acera parece especialmente auténtica) y la forma en que su estado de ánimo puede cambiar en cuestión de segundos, sin razón alguna. En el mejor momento de la película, vemos cómo Winehouse y Fielder-Civil se casan en Miami y, más tarde, nadan desnudos en una piscina, con la expresión de Amy que cambia repentinamente de feliz a afligida. El tiempo y el lugar se confunden a medida que la acción se traslada de nuevo a Londres, con Winehouse pareciéndose cada vez más a una bailarina de flamenco caída del lado oscuro de la luna. Irónicamente, es en estas escenas de introspección y desorientación cuando Amy se ve más real.
Pero el melodrama siempre toma la delantera, hay un hilo argumental sobre el deseo de Amy de tener un bebé que resulta más empalagoso que conmovedor. En varios momentos también se ve a Winehouse corriendo por su vida. Y a menudo se la compara con animales como un pequeño pájaro enjaulado y un intrépido zorro. Las metáforas son tan directas que dan pena.
Con menos fauna y más colaboraciones musicales de Winehouse, la película hubiese estado mejor. Sus interacciones con los mundialmente famosos productores Salaam Remi y Mark Ronson son fugaces, mientras que las leyendas del hip-hop y el soul Yasiin Bey (conocido como Mos Def) y Questlove han sido borradas de la historia. Winehouse bromea con la banda, pero no habla de hacer música con ellos. Todo el mundo dice que Winehouse jugaba en equipo, pero eso no se percibe. Y aunque los grandes éxitos ('Rehab', 'Tears dry on their own', etc.) proporcionan gratas experiencias, la balada más conmovedora es interpretada por Nick Cave.
Back to black es un film ligeramente agradable que hará maravillas por las carreras de Abela y O'Connell. Pero a diferencia de la obra de Winehouse, no vale la pena tomarla en serio. Es demasiado ingenua.
Director: Sam Taylor-Johnson. Reparto: Marisa Abela, Jack O'Connell, Eddie Marsan, Lesley Manville, Juliet Cowan. Cert 15, 122 minutos.
Back to black estará en los cines a partir del 12 de abril.
Traducción de María Delia García