Anna Chlumsky: “De joven... yo estaba a la venta”
La estrella nominada al Emmy de Veep y actriz de Inventing Anna habla con Ed Cumming sobre el trauma de convertirse en una estrella infantil a los 11 años por My Girl, sus pensamientos sobre el “espeluznante” Marilyn Manson y por qué piensa que la “falsa heredera” Anna Sorokin habría sido tratada de manera diferente si fuera un hombre
En 1991, cuando Anna Chlumsky tenía 11 años, participó en My Girl junto al niño prodigio Macaulay Culkin. Culkin había saltado a la fama defendiéndose de un allanamiento en Home Alone el año anterior. En My Girl, ambos interpretaban a un par de niños amigos en 1970 en Pensilvania, y Chlumsky igualó con creces a su coprotagonista en cuanto a su respladeciente encanto. El público acudió a ver la película en masa. El mundo de Chlumsky explotó. Luego de una infancia normal en Chicago, se volvió famosa al instante, el centro de su familia y el principal sostén de su madre, a quien contrató como su gerente.
A pesar de toda la riqueza y la oportunidad que le trajo, la experiencia fue traumática, dice por Zoom desde su casa en Nueva York. “Tuve suerte porque no tenía otros grandes traumas en ese momento. Soy la referencia de [el estrellato infantil] salir relativamente bien. Aún así, fue solo de adulta que descubrí algún sentido de confianza o seguridad. Cuando era niña eso no existía, porque yo estaba a la venta”.
“Hay un gran punto ciego social sobre la gente joven que está en el ojo público”, agrega. “No se trata solo de actores y personas en el ojo público, sino de atletas, músicos, incluso ahora de estas personalidades en internet. Los niños no tienen agencia. Esa es una de las cosas que deben aprender. Así que cuando de repente pones presiones profesionales, financieras, adultas y públicas, a menudo sexualizadas, sobre ellos, no solo los abres a un mundo que los está mercantilizando y cosificando. También los estás retrasando en su capacidad de desarrollo. O sea que cuando se enfrentan con [la vida adulta], las herramientas no están ahí”
Su repentina fama distorsionó su adolescencia, agregando la presión hollywoodense a las inseguridades sociales y físicas comunes de los adolescentes. Al final de su adolescencia, Chlumsky (se pronuncia “Klumsky”), ya había tenido suficiente del mundo del espectáculo. Renunció a Hollywood y huyó del circo que era para ir a la universidad. En 2002, se graduó en Estudios Internacionales de la Universidad de Chicago con un novio no relacionado con el mundo del entretenimiento, Shaun So, hoy su esposo, y un vago plan de entrar a la industria editorial. Trabajó como verificadora de datos para Zagat, la guía de restaurantes, antes de tener una temporada con el sello de ciencia ficción HarperCollins. Apenas cuatro años después, tras un encuentro fortuito con la cantante Roberta Flack, Chlumsky sintió el llamado de la actuación una vez más. Acudió a la escuela de teatro de Nueva York antes de regresar a la industria.
“Los años que pasé alejada definitivamente me dieron perspectiva. Ir a la universidad fue mi primer acto de luchar por mí misma y preguntarme qué era lo que quería, tomando mis propias decisiones. Tienes que empezar en algún lado, si no pudiste empezar a la edad adecuada”.
Ahora con 41 años, Chlumsky casi ha cerrado el círculo. Gracias a su papel protagónico como la sufrida Amy Brookheimer en Veep, así como sus roles en In the Loop, Hannibal e incontables obras de Broadway, es una de las actrices de comedia más confiables de Estados Unidos, una cálida presencia capaz de una agudeza sorprendente. La mujer al otro lado de la línea parece decididamente no traumatizada, abierta y platicadora, y circunspecta sobre su extraordinaria infancia. Detrás de ella, en una silla, un perro mira por la ventana. “Ella es Zaza”, explica. “Tiene 11 años. Ya está en su fase de viuda”.
Su último papel es en Inventing Anna, el nuevo drama en nueve partes de Netflix sobre la “falsa heredera” Anna Sorokin, quien, como “Anna Delvey”, se hizo pasar como la hija de un magnate alemán para estafar a personas adineradas de Nueva York por cientos de miles de dólares antes de ser arrestada, condenada y encarcelada. Julia Garner (Ozark) interpreta a Delvey; Chlumsky interpreta a Vivian, una versión ficticia de una periodista real, Jessica Pressler, en cuyo artículo se basa la serie.
“Estaba de humor para interpretar a una periodista y descubrir todas estas cualidades que creo que tienen los periodistas”, cuenta Chlumsky. Mientras me pregunto si se refiere a la amargura, la pobreza o el alcoholismo, ella me responde. “Por ejemplo, la curiosidad insaciable”.
Siempre he encontrado una gran seguridad en proteger mi privacidad
Vivian es nuestra ruta hacia esta extraña historia, una especie de fábula en la era de Instagram. Delvey apareció en 2013, aparentemente de la nada, hablando sobre sus planes de iniciar un club de miembros. Al interpretar su papel y rodearse de la gente adinerada, poderosa y famosa, consiguió mantener la ilusión de riqueza durante años antes de que la realidad la alcanzara. En la serie, Sorokin insiste repetidamente que está “construyendo algo”, a pesar de la creciente evidencia de lo contrario. En un mundo de personas que fingen hasta lograr su propósito, ella en realidad no lo logra.
“No quiero avalar los actos de Anna, pero creo que si hubiera sido un hombre más viejo, la gente no hubiera estado tan dispuesta a ponerla como ejemplo”, opina Chlumsky. “Hay un miedo patriarcal hacia las mujeres que pueden pensar por sí mismas y toman sus propias decisiones”. ¿Es Delvey, que jugó un papel tan seductor en la vida real, una figura especialmente atractiva para los actores?
“Probablemente hay una sensación de comprensión de lo efímero que puede ser un personaje, lo que no sorprende a un actor”, observa Chlumsky. “Sabemos lo que es tener que sumergirse en una forma diferente de pensar. Tal vez el conjunto de habilidades no es muy diferente. Aunque las opciones legales son mejores”.
Supuestamente, Netflix le pagó a Sorokin más de US$300.000 (£ 221.000) por los derechos, que ha utilizado para ayudar a pagar a sus víctimas. Chlumsky no la conoció, aunque Garner sí, pero al estar en los círculos de la élite de Nueva York, estaba a solo una persona de distancia. “Toda la experiencia de hacer esta historia ha sido como una serpiente comiéndose a sí misma”, comenta Chlumsky. Como ejemplo, Macaulay Culkin es mencionado en el artículo original por haber estado en una de las fiestas de Sorokin. ¿Chlumsky lo llamó para intercambiar notas? “No, no tengo su número”, dice, poniéndose un poco más seria, sacudiendo la cabeza y probablemente rompiendo el corazón de varios cinéfilos que tenían 11 años en 1991.
Habiendo salido y vuelto a entrar al estrellato, Chlumsky puede tomar las vicisitudes de su carrera con algo de escepticismo. “Anna está muy centrada”, dice Iannucci. “Estoy seguro de que aprendió mucho muy rápido al ser una actriz infantil. En las audiciones siempre le pido a la gente que improvise y ella estaba encantada de participar”. El sentido del humor fue muy útil en Veep; como Brookheimer, fue nominada a seis premios Emmy individuales a Mejor Actriz de Reparto, aunque no ganó.
“Para la (nominación) número seis, todos estaban desanimados, pero les dije que no se preocuparan”, se ríe. “Estaba familiarizada con ser nominada. Ganar habría sido un gran cambio de paradigma”.
La única vez que se muestra un poco perturbada es cuando me doy cuenta de que es su nombre de casada, Anna So, el que aparece en Zoom. Es protectora con su vida privada. En parte es un legado de su infancia, y en parte es porque a veces todavía le suceden cosas extrañas. Si buscas su nombre, uno de los resultados principales es una noticia sobre Marilyn Manson, quien compró el brazo amputado de utilería de su personaje luego de que apareciera en un episodio de Hannibal. En 2017, el cantante le dijo a un entrevistador: “Me encontré con Bryan Fuller, el creador del show, y dijo ‘he escuchado que compraste todas las cosas... yo soy el creador de Hannibal’. Le dije ‘dile a Anna que tuve el suficiente dinero para comprar su brazo y masturbarme con él’”. Una historia rara, incluso antes del reciente artículo de 9.500 palabras de Rolling Stone sobre el trato abusivo de Manson hacia las mujeres.
“El hecho de que mi brazo fuera subastado es espeluznante en sí mismo”, comenta. “Yo era una adulta, no una niña, pero de todas formas no pude opinar. Y luego, con el comentario lascivo sobre para qué lo usó... Cuando el río suena... ¿Sabes?”.
“Siempre he encontrado una gran seguridad en proteger mi privacidad”, asegura. Un legado del estrellato infantil es una desconfianza temprana y profunda hacia el internet, que le ha resultado muy útil en las décadas siguientes. “Me siento validada últimamente porque todos saben que Facebook apesta. Siempre he tenido el extraño privilegio de nunca pensar que el internet fuera real, y saber que está lleno de mentiras”.
De vuelta en el mundo real, en algún momento de este año protagonizará una “película de terror queer” escrita por el escritor de Gladiator y Skyfall, John Logan. Aparecerá en el revival de Rugrats, dando voz a la ocupada pero competente madre Charlotte Pickles. Además de eso, está tratando de ser una madre decente para sus dos hijas. La mayor, Penelope, tiene casi la edad de Chlumsky cuando ella empezó a trabajar. ¿Las dejaría acercarse a la actuación? “La forma más sencilla de decir eso es ‘espera hasta que tengas 18’”, dice. “Disfruten actuando en obras escolares y entrenar basquetbol y jugar. Para eso es este tiempo. Cuando entras a la industria, quieres ser adulto”.
Inventing Anna ya está disponible en Netflix