Ropa blanca de Wimbledon: Con la tradición no se juega
Ropa blanca, una vieja tradición que resiste el paso del tiempo en Wimbledon
Antes de ser entrevistado en la cancha central luego de una victoria que lo puso en los cuartos de final, Nick Kyrgios se cambió las zapatillas blancas por unas rojas y blancas de básquetbol y la gorra blanca por una roja.
Nada relevante. O tal vez sí. Un periodista le preguntó por ese cambio de atuendo.
Lo hizo porque el All England Club tiene una estricta política sobre la indumentaria de los jugadores: el atuendo tiene que ser todo blanco, una vieja tradición del tenis que va en contra de las últimas tendencias. Más de un tenista opina que es una práctica digna del 1880, no del 2022.
“A mí me gusta usar (ropa) negra”, dijo Kyrgios, un australiano de 27 años que enfrentará el miércoles al chileno Cristian Garín por el pase a las semifinales. Hizo su comentario en una conferencia de prensa previa al torneo a la que se presentó con un buzo con capucha negro y una gorra que hacía juego.
“Sería bueno que permitiesen al menos una vincha negra, o una muñequera negra. Se vería bien”, declaró. “Obviamente, aquí no les interesa lo que se ve bien”.
Nadie espera que se cambien las normas. Y sobra la gente que piensa que la indumentaria blanca es un simpático aspecto que distingue al torneo de Grand Slam más antiguo del tenis.
“Lo que más me gusta de Wimbledon es la tradición, que lo hace tan especial. Y la ropa blanca es una pequeña tradición que a mí me encanta”, expresó Alison Riske-Amritraj, 28va cabeza de serie, que llegó a la tercera ronda. “No se hace en ningún otro torneo. Es muy profesional. Yo usaría blanco en todos los torneos”.
El All England tiene una lista de requisitos sobre lo que se puede usar y lo que no. “Los competidores deben lucir un atuendo apto para el tenis, casi todo blanco. Esto se aplica desde el momento en que el jugador entra a la cancha”, dice el primer requisito. Agrega que no se admiten variantes del blanco ni crema.
Hay otros detalles, como el de que resulta “aceptable un toque de color en el cuello o en la muñeca, pero no puede ser de más de un centímetro (menos de media pulgada)”.
La misma norma se aplica a gorras y otros elementos. Se admite algún color en los bordes, pero en franjas estrechas.
“Las zapatillas deben ser casi totalmente blancas, incluidas suelas y cordones. Se desalientan los logos de los fabricantes demasiado grandes”, dice la lista.
A mucha gente le gusta las indumentarias blancas. Tommy Paul, 30ma cabeza de serie y quien llegó a la cuarta ronda, dijo que en el Royal Palm Tennis Club de Pinehurst (Florida) — donde han entrenado a las hermanas Venus y Serena Williams — le exigen un atuendo blanco cuando se entrena allí.
“No me molesta en absoluto. De hecho, me gusta”, dijo Paul.
Una jugadora dijo que siempre le preocupa ensuciarse el uniforme cuando come. Algunos se quejan de tener que conseguir ropa nueva para poder jugar en Wimbledon. Otros se entusiasman con la idea de lucir blanco.
“Es muy elegante. Ojalá mantengan esta tradición para siempre. Es algo distinto. No es necesario ver siempre colores en la ropa”, comentó Mihaela Buzarnescu, una rumana que cayó ante Coco Gauff la semana pasada.
Los organizadores les llaman la atención a quienes violan el espíritu de las reglas relacionadas con la ropa. En 2013, por ejemplo, Roger Federer, quien ganó ocho veces este torneo, se presentó con zapatillas con suelas anaranjadas muy llamativas a su partido de la primera ronda. Se le recordaron las reglas y cambió de calzado en la segunda ronda. Perdió ese encuentro en lo que constituyó su eliminación más temprana en un torneo grande en una década.
En el 2007, Tatiana Golovin jugó con ropa interior roja y en la conferencia de prensa un periodista le dijo, “¿te puedo preguntar por tus calzones rojos?”.
“¿Quéééé?”, respondió la tenista, incrédula.
“¿Qué si podrían actualizarse un poco? Sí, claro. Estamos en 2022”, expresó Jessica Pegula, octava cabeza de serie que llegó a la cuarta ronda por primera vez. “Pero son solo dos semanas en que tenemos que hacerlo. Es parte de lo que hace que Wimbledon sea Wimbledon”.