Pitchers contra el reloj: Se vienen cambios en grandes ligas
Límites de tiempo para los lanzamientos, bases más grandes, restricciones a los intentos por pillar corredores fuera de base
Justin Verlander, Gerrit Cole y los demás pitchers de las grandes ligas probablemente miren mucho de reojo la próxima temporada... al reloj que lleva el tiempo que se toman para lanzar.
Los partidos de las ligas menores se acortaron media hora este año apelando a ese recurso y las autoridades del béisbol parecen listas para llevar el cambio a las mayores.
“Hace falta, es obvio. Creo que se viene a pesar de la oposición de los jugadores. Y es probablemente por culpa nuestra”, declaró Cole, as de los Yanquis, en la antesala del Juego de Estrellas. “Sabíamos que era un tema que preocupaba y no hicimos nada” por reducir el tiempo que se toman los lanzadores.
Las Grandes Ligas consideran también restringir el uso de formaciones defensivas especiales, bases más grandes, restricciones a los intentos de pillar corredores fuera de base y, tal vez para el 2024, el uso limitado de “umpires electrónicos” para decidir si un lanzamiento es bola o strike. El nuevo convenio colectivo de trabajo incluye una comisión de competencias de 11 miembros, con seis representantes de los patrones, cuatro jugadores y un umpire, que tiene la facultad de disponer cambios en las reglas.
La duración promedio de un juego de nueve innings pasó de dos horas y 43 minutos en el 2003 a 3.13 en el 2020, para luego bajar a 3.02 en lo que va de la temporada actual, según el Elias Sports Bureau. Un experimento en las ligas menores redujo la duración promedio de los juegos de 3.04 a 2.37 horas.
“Al principio no creía en esto. Pero cuando empezamos la temporada me dije, ‘esto funciona’. Ahora me gusta. Creo que es más eficiente”, expresó el manager de los Ciclones de Brooklyn Luis Rivera antes de aplastar 9-0 a Greensboro el 12 de julio en apenas 2.27 minutos.
El tiempo que se toman los pitchers para hacer un lanzamiento sin corredores en base va de los 12,6 segundos de Brent Suter (Milwaukee) y de Sam Long (San Francisco) a los 26,6 segundos de Giovanny Gallegos (San Luis) y los 26 de Kenley Jansen (Atlanta). Con corredores, Tim Hill (San Diego) es el más rápido con 18,1 y Gallegos (32.1) y Jansen (31.1) los más lentos.
El promedio de las mayores es de 20,5 segundos sin corredores y 27,3 segundos con gente en base.
El piloto de Boston Alex Cora dice que nota que los suplentes que vienen de las menores se toman menos tiempo que los veteranos.
“Poco a poco, todo lo que hacen en las menores se va a reflejar en las mayores, lo que me parece muy bien”, dijo Cora.
El béisbol usa videos para confirmar los jonrones desde el 2009 y para corroborar otras cosas desde el 2014.
Los 30 equipos empezaron a usar este año un dispositivo que permite al cátcher enviar la señal del lanzamiento que quiere al pítcher.
En las menores se empezó a usar este año un reloj para medir el tiempo de los lanzamientos: Se toman 14 segundos sin corredores en base y 19 con en la Triple A. En los niveles inferiores el promedio es 14 y 18.
Se comienza a tomar el tiempo “cuando el pitcher recibe la bola y el cátcher está agazapado”.
“No me opongo a que tomen el tiempo, pero tienen que dar un tiempo razonable para que (el lanzador) no se sienta apurado”, expresó Verlander, ganador de dos premios Cy Young. “Hablé con algunos muchachos de Triple A y dicen que a veces no tienen suficiente tiempo”.
El pitcher de los Yanquis Ryan Weber, que pasó los primeros dos meses de la temporada en las menores, dice que a veces no hay tiempo de pedir otro lanzamiento si el lanzador no está de acuerdo con el primero que le señaló el receptor.
“Sentí que me obligaban a hacer un lanzamiento” que no quería, expresó.
El objetivo de las Grandes Ligas es eliminar el “tiempo muerto”, en el que no pasa nada.
A los lanzadores de las menores se les están dando tres oportunidades de sorprender a un corredor fuera de base, ya sea tirando la bola o interrumpiendo su movimiento para lanzar. Un tercer intento infructuoso representa un balk automático.
El tamaño de las bases fue aumentado de 15 a 18 pulgadas (38,1 a 45,72 centímetros) por cuestiones de seguridad (hay menos probabilidades de que el corredor pise al primera base). Una base más grande, por otra parte, ayuda al robo de bases y reduce la distancia que cubre el corredor.
En la Doble A y Clase A se ha estado limitando la cantidad de cambios de formaciones defensivas. Los equipos deben tener cuatro jugadores en el infield, dos a cada lado de la segunda base.
El uso de formaciones especiales aumentó en la última década y sigue subiendo.
El objetivo de estos cambios es agilizar el juego.