Líderes norirlandesas piden calma tras nuevos disturbios
Varios jóvenes prenden fuego a un autobús robado y arrojan bombas incendiarias a la policía en Belfast, en al menos la cuarta noche de incidentes violentos graves en una semana en Irlanda del Norte, donde la salida británica de la Unión Europea ha trastocado un difícil equilibrio político
Varios jóvenes prendieron fuego a un autobús robado y arrojaron bombas incendiarias a la policía en Belfast, en al menos la cuarta noche de incidentes violentos graves en una semana en Irlanda del Norte, donde la salida británica de la Unión Europea ha trastocado un difícil equilibrio político.
La gente también arrojó ladrillos, fuegos artificiales y bombas incendiarias el miércoles por la noche en ambas direcciones sobre el “muro de la paz”, que separa barrios protestantes y leales a Reino Unido de vecindarios católicos y nacionalistas irlandeses.
Cientos de personas se reunieron a ambos lados de una puerta en el muro, donde “la multitud (...) cometió graves delitos penales, tanto atacando a la policía como atacándose entre sí”, dijo el número dos de la policía de Irlanda del Norte, Jonathan Roberts.
Un total de 55 policías han resultado heridos en varias noches de desórdenes públicos.
El último brote de violencia, principalmente en zonas protestantes partidarias de Reino Unido, se ha producido en medio de las tensiones por las normas comerciales impuestas en Irlanda del Norte tras el Brexit así como del deterioro de las relaciones entre los partidos del gobierno en Belfast, que comparten el poder entre católicos y protestantes.
La salida británica de la UE el año pasado ha trastocado el equilibrio político en Irlanda del Norte, donde algunas personas se consideran británicas y quieren seguir formando parte de Reino Unido, mientras que otras se consideran irlandesas y quieren unirse a la vecina República de Irlanda, que es miembro de la UE.
El primer ministro británico, Boris Johnson condenó los disturbios, y el gobierno norirlandés, con sede en Belfast, celebraba una reunión de emergencia sobre el tema el jueves.
Johnson pidió tranquilidad y dijo que “la forma de resolver diferencias es a través del diálogo, no de la violencia o la delincuencia”. La primera ministra de Irlanda del Norte, Arlene Foster, del probritánico Partido Democrático Unionista, y la vice primera ministra, Michelle O’Neill, del partido nacionalista irlandés Sinn Fein, condenaron los altercados y los ataques a la policía.
Los últimos sucesos siguieron a los disturbios del fin de semana feriado de Pascua en zonas unionistas probritánicas, así como en Belfast y Londonderry, también conocido como Derry, en los que se prendió fuego a autos y se arrojaron proyectiles y bombas incendiarias a la policía.
Las autoridades han acusados a grupos paramilitares ilegalizados de incitar a los jóvenes a sembrar el caos.
“Vimos a jóvenes participando en graves disturbios y cometiendo delitos penales graves, y se les incitó y apoyó, y las acciones fueron orquestadas por adultos en algunos momentos", dijo Roberts, de la policía norirlandesa.
El nuevo tratado comercial entre Gran Bretaña y la UE ha introducido controles aduaneros y de fronteras sobre algunos productos que se mueven entre Irlanda del Norte y el resto de Reino Unido. El acuerdo estaba diseñado para evitar controles entre Irlanda del Norte e Irlanda, porque una frontera abierta en Irlanda ha ayudado a mantener el acuerdo de paz basado en el Acuerdo del Viernes Santo de 1988.
Ese acuerdo puso fin a décadas de violencia entre irlandeses republicanos, británicos unionistas y las fuerzas armadas británicas, en las que murieron más de 3.000 personas. Pero los unionistas dicen que los nuevos controles equivalen a introducir una nueva frontera en el Mar de Irlanda, entre Irlanda del Norte y el resto de Reino Unido. Temen que eso socave el lugar de la región en Reino Unido y pueda reforzar los lazos con la República de Irlanda, y dar más fuerza a las reclamaciones de una Irlanda unificada.
Tanto Gran Bretaña como la UE han expresado sus reservas sobre cómo está funcionando el acuerdo, y el Partido Democrático Unionista, que dirige el gobierno norirlandés, ha pedido que se cancele.
Los unionistas creen que “la unión está muy amenazada, que el lugar de Irlanda del Norte en la unión se ve amenazado, y se sienten traicionados por Londres”, indicó Katy Hayward, profesora de la Queen's University de Belfast y miembro del grupo de estudios U.K. in a Changing Europe.
Los unionistas también están enojados por la decisión policial de no procesar a políticos del Sinn Fein que asistieron en junio al funeral de un excomandante del Ejército Republicano de Irlanda (IRA, por sus siglas en inglés). El funeral de Bobby Storey atrajo a una multitud, pese a que las normas para controlar el coronavirus prohibían las aglomeraciones.
Los principales partidos unionistas han pedido la renuncia del jefe de policía de Irlanda del Norte por la polémica, y afirman que ha perdido la confianza de su comunidad.
“Hay un ambiente político muy inestable, en el que aquellos que intentan llamar a la calma y a la moderación se ven desautorizados en cierto modo”, dijo Hayward.
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Lawless informó desde Londres