La pandemia parece reducir los viajes de año nuevo en China
Los esfuerzos de China para reducir los desplazamientos por el Año Nuevo Lunar parecen funcionar: la principal estación de tren de Beijing estaba tranquila y se estima que el número de pasajeros será menor que otros años
Los esfuerzos de China para disuadir a su población de que viaje por el Año Nuevo Lunar parecían estar funcionando: la principal estación de tren de Beijing estaba tranquila el jueves y se estimaba que el número de pasajeros será menor que otros años.
El jueves se iniciaron las dos semanas de más viajes del año, previas a un feriado que este año será el 12 de febrero, un momento en el que los trenes y otros medios de transporte suelen ir llenos de trabajadores migrantes que aprovechan la que puede ser su única oportunidad para regresar a casa y ver a sus familias.
En la estación de Beijing, solo unas cinco de sus 15 puertas de seguridad estaban abiertos y no se veían ni las habituales filas en las taquillas y ni a los pasajeros acampados en la sala central. En los últimos años, China ha modernizado sus sistemas al tiempo que construyó la red de tren de alta velocidad más grande del mundo, pero el número de viajeros ha seguido siendo alto.
El año pasado se culpó a la falta de restricciones en los viajes por el Año Nuevo Lunar de la propagación del coronavirus, especialmente porque la ciudad de Wuhan, en el centro del país y donde se detectaron los primeros brotes de COVID-19, es un centro de transportes clave que fue utilizado por millones de personas.
Este año, las autoridades han ofrecido reembolsos de pasajes de avión y una compensación económica para los trabajadores que no se desplacen en estas fechas.
Quienes quieran viajar tienen que dar negativo a una prueba de detección del virus en los siete días previos a su partida, y muchos gobiernos locales están imponiendo cuarentenas y otras medidas estrictas para los recién llegados. “No viajen ni se reúnan a menos que sea necesario”, dijo un funcionario de a Comisión Nacional de Salud la semana pasada.
En una urbanización cerrada en los suburbios del noreste de Beijing, la trabajadora doméstica Tang Ying dijo que volver a su ciudad natal, en la provincia central de Henan, era demasiado arriesgado. “Podrías enfermarte o quedar en cuarentena o verte atrapada por otras normas", afirmó. “La mayoría de las sirvientas que conozco piensan lo mismo”.
Las autoridades prevén que los chinos realicen 1.700 millones de desplazamientos durante las vacaciones, un 40% menos que en 2019. En algunos destinos, la cifra podría ser mucho más alta. Las salidas de Beijing y de Chengdu, en el suroeste, cayeron más de un 75% en estas fechas, según estimaciones de asociaciones de viajes.
Las llegadas internacionales también se están viendo afectadas por la prohibición casi total de que los extranjeros ingresen al país.
La Comisión Nacional de Salud reportó el jueves 41 nuevos casos de transmisión doméstica en las últimas 24 horas, un descenso frente a los 55 del miércoles y a los 69 de la víspera.
En total, 1.820 personas estaban siendo atendidas por COVID-19 y otras 988 estaban en observación tras dar positivo sin síntomas. Desde el inicio de la pandemia, China confirmó 4.636 muertes por el virus entre 89.326 positivos.