Gasoductos y cables submarinos, tan vitales como vulnerables

Los tuberías y cables submarinos que transportan gas, petróleo e información no se ven y nadie les presta mucha atención

John Leicester
Viernes, 30 de septiembre de 2022 13:34 EDT
INFRAESTRUCTURA SUBMARINA AP EXPLICA
INFRAESTRUCTURA SUBMARINA AP EXPLICA (AP)

En las profundidades del mar hay tuberías y cables que transportan gas, petróleo e información que no se ven y a los que nadie les presta demasiada atención. Hasta que pasa algo catastrófico.

El posible sabotaje de los gasoductos que van de Rusia a Europa saca a la luz lo vital que resultan para la vida moderna y también lo vulnerable que son a ataques con consecuencias potencialmente desastrosas para la economía mundial.

No se conoce el origen de las explosiones, que fueron tan poderosas como para ser detectadas por monitores de terremotos del mar Báltico. Los gobiernos europeos sospechan que esas explosiones causaron numerosas filtraciones en el gasoducto Nord Stream que dejan escapar espumosos torrentes de metano, un potente gas causante del efecto invernadero.

El Kremlin negó papel alguno y dijo que las especulaciones de que su aparato de seguridad había saboteado el gasoducto eran “previsibles y estúpidas”.

Algunos analistas, no obstante, apuntan que Rusia es la que más provecho puede sacar de un incidente que hará subir los precios del gas y perjudicará a Europa, generando temor e incertidumbre, en represalia por la decisión de los europeos de acudir a otros proveedores en respuesta a la invasión rusa de Ucrania.

Debido a que un sabotaje submarino es más difícil de detectar y más fácil de negar, las explosiones encajan dentro de la estrategia militar rusa de librar “guerras híbridas”. Esa es una expresión que abarca métodos militares y no militares que buscan desestabilizar, dividir y presionar a los adversarios.

Vistazo a estas estructuras submarinas que tanto analistas militares como económicos dicen deben estar mejor protegidas:

¿QUÉ HAY ALLÍ ABAJO?

Los gasoductos son tan solo una parte de la densa red de tuberías y cables submarinos que alimentan la economía mundial, calientan las casas y conectan miles de millones de personas, de acuerdo con TeleGeography, empresa que monitorea estas redes.

Los cables son generalmente del ancho de una manguera para regar jardines. El 97% de las comunicaciones mundiales, incluidas las transacciones financieras, pasan por ellos todos los días.

Sin ellos, la vida moderna se detendría de repente, las economías se vendrían abajo y los gobiernos tendrían dificultades para comunicarse entre sí y con sus efectivos militares, según advirtió el legislador británico Rishi Sunak en un informe del 2017, en el que delineó los peligros asociados con estos elementos antes de ser nombrado secretario del tesoro del Reino Unido.

Los cables eléctricos también son submarinos. Lituania dijo en el 2015 que un barco ruso trató en varias ocasiones de entorpecer el tendido de cables eléctricos submarinos entre ese país y Suecia. Se atribuyó al ministro de energía lituano haber dicho que las acciones rusas habían sido un acto de “hostilidad”.

¿QUÉ TAN VULNERABLES SON?

Los estallidos en los gasoductos indican que es posible atacar estas instalaciones submarinas y escaparse aparentemente sin ser detectado, incluso en el mar Báltico, que está lleno de embarcaciones.

No es tan profundo, hay mucho tráfico marino y bombas sin explotar en su fondo — de las dos guerras mundiales—, y se supone que es difícil pasar por allí sin ser detectado.

Hasta el Kremlin dice que este no parece un trabajo de aficionados.

“Da la impresión de ser un ataque terrorista, probablemente perpetrado por un gobierno”, expresó el portavoz del Kremlin Dmitry Peskov el jueves.

La fragilidad de estas redes se hace evidente por la rotura de numerosos cables de comunicaciones ocurridas todos los años, generalmente causadas por barcos de pesca y anclas. Su ubicación en el fondo del mar no es un secreto, no tienen mucha protección de las leyes internacionales y no hace falta tener demasiada experiencia o recursos para dañarlas, de acuerdo con el informe de Sunak.

“Nuestra infraestructura es frágil”, dijo Torben Ørting Jørgensen, almirante retirado de la armada danesa. Las filtraciones de gas en el Báltico, señaló, “hicieron que enfocásemos nuestra atención en estas vulnerabilidades, ya sea de la internet, los cables eléctricos o los gasoductos”.

Gigantes de la internet como Amazon, Meta (Facebook), Google y Microsoft emplean cada vez más cables submarinos. Las empresas privadas, sin embargo, no se preocupan tanto de la seguridad nacional, como hacen los gobiernos, y no han estado pendientes de la amenaza que sitios como Rusia representan para los cables, destacó el informe de Sunak.

Estos sectores están empezando a prestar más atención al tema.

“Dada la importancia de los cables submarinos para las comunicaciones globales, y su vasto impacto económico y social, la protección de estos bienes vitales debería ser un imperativo”, declaró Chris Carobene, vicepresidente de SubCom, una empresa que instala tendidos submarinos.

¿QUÉ SE PUEDE HACER?

Después de la Guerra Fría, los países de la OTAN redujeron sus fuerzas marítimas en vista de que la amenaza rusa había disminuido.

“Los países occidentales ya no tienen tanta capacidad de detectar, rastrear, contener y contrarrestar las actividades submarinas de los rusos”, dijo un estudio del 2016, “La guerra submarina en el norte de Europa”, dirigido por Kathleen Hicks, hoy la número dos del Departamento de Defensa de Estados Unidos.

El vicealmirante retirado francés Michel Olhagaray, ex director del centro de estudios militares de Francia, dijo que las naciones occidentales “se durmieron” y que ahora deben proteger mejor los cables y tuberías submarinos, que Rusia estima son tan vitales como vulnerables.

“Sin duda, se quedaron atrás”, sostuvo Olhagaray, aludiendo a las defensas contra ataques submarinos.

“El piso de los océanos es un ámbito mucho más importante y obvio” que la exploración del espacio, afirmó el marino francés. “En lugar de ir a Marte, deberíamos proteger mejor la infraestructura” submarina.

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Jan M. Olsen colaboró desde Copenhague y Kelvin Chan lo hizo desde Londres.

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