Ejército Myanmar custodia casas de legisladores tras golpe
Cientos de miembros del Parlamento de Myanmar siguen confinados en sus residencias oficiales en la capital, un día después de un golpe de Estado militar y de la detención de políticos de alto nivel, incluyendo la líder de facto del país, la premio Nobel de la Paz Aung San Suu Kyi
Cientos de miembros del Parlamento de Myanmar seguían confinados el martes en sus viviendas gubernamentales en la capital del país, un día después de que el ejército dio un golpe de Estado y detuvo a políticos de alto rango, incluyendo la líder de facto, la premio Nobel de la Paz Aung San Suu Kyi
Uno de los legisladores contó que él y unos 400 parlamentarios más pudieron hablar entre ellos dentro del complejo y comunicarse con sus distritos electorales por teléfono, pero no se les permitió abandonar las residencias en Naypyitaw. Había policía dentro del complejo y soldados fuera, añadió.
El legislador apuntó que los políticos entre los que había miembros de la Liga Nacional por la Democracia de Suu Kyi y de varios partidos más pequeños, pasaron la noche en vela preocupados por una posible detención, pero que por lo demás están bien.
“Teníamos que permanecer despiertos y alerta", señaló el legislador, que habló bajo condición de anonimato por temor a su seguridad.
La toma de poder se produjo en la misma mañana en que legisladores de todo el país se reunían en la capital para la apertura del nuevo parlamento, tras días de rumores sobre una inminente insurrección militar. El ejército dijo que la maniobra era necesaria porque el gobierno no había respondido a sus denuncias de fraude en las elecciones de noviembre — en las que el partido gobernante de Suu Kyi logró la mayoría de los escaños parlamentarios en juego — y por haberlas permitido pese a la pandemia del coronavirus.
El canal de televisión de los militares, Myawaddy TV, anunció el lunes que el Comandante en jefe, el general Min Aung Hlaing, asumiría el mando del país por un año. Más tarde, su oficina anunció los nombres de los 11 ministros del nuevo gobierno, compuesto por generales, exgenerales y asesores de un antiguo gobierno liderado por el exgeneral Thein Sein.
El golpe de Estado es un dramático revés para Myanmar, que estaba comenzando a dejar atrás décadas de régimen militar y aislamiento internacional que comenzaron en 1962. Además supone una prueba para la comunidad internacional, que condenó a la nación al ostracismo cuando estuvo controlada por militares y recibió con entusiasmo el gobierno de Suu Kyi como un signo de que estaba finalmente en el camino hacia la democracia. El presidente de Estados Unidos, Joe Biden, amenazó con imponer nuevas sanciones con las que pesaban contra el país en el pasado.
En Yangón, la ciudad más grande del país, las calles estaban más tranquilas de lo habitual el martes, pero los taxis y autobuses seguían circulando y no había signos evidentes de un fuerte dispositivo de seguridad.
El principal titular del diario en inglés Myanmar Times era sobre el estado de emergencia, mientras que otros periódicos estatales mostraron en portada fotografías de la reunión de la Junta Nacional de Defensa y Seguridad del lunes, a la que asistieron el recién nombrado presidente en funciones, Myint Swe, además de Min Aung Hlaing y otros cargos militares.
El ejército señaló que sus acciones están legalmente justificadas, citando una cláusula de la Constitución redactada por la institución que le permite asumir el control del país en caso de emergencia nacional. El vocero de Suu Kyi y observadores internacionales dijeron que equivale a un golpe de Estado.
Además, es una asombrosa pérdida de poder para Suu Kyi, una activista por paz que estuvo detenida en su casa durante años mientras seguía con una campaña para llevar la democracia al país y que se convirtió en la gobernante de facto cuando su partido ganó las elecciones en 2015.
Suu Kyi fue una crítica acérrima del ejército durante sus años de detención, pero tras pasar de icono de la democracia a política tuvo que trabajar con los generales, quienes a pesar de permitir elecciones nunca cedieron del todo el poder.
Aunque la líder, de 75 años, sigue siendo sumamente popular en su país, su deferencia hacia los generales — defendiendo incluso la represión sobre la minoría musulmana rohinya que la comunidad internacional considerada un genocidio— ha empañado su imagen a nivel internacional.
El golpe de Estado fue condenado internacionalmente y muchos países pidieron la liberación de los líderes detenidos.