Durante asalto a Congreso, Facebook tenía su propia revuelta
Mientras los partidarios de Donald Trump irrumpían en el Capitolio de EEUU el 6 de enero, enfrentándose a la policía y obligando a los legisladores a esconderse, una insurrección de otro tipo tenía lugar dentro de Facebook
Mientras los partidarios de Donald Trump irrumpían en el Capitolio de Estados Unidos el 6 de enero, enfrentándose a la policía y obligando a los legisladores a esconderse, una insurrección de otro tipo tenía lugar dentro de la mayor empresa de redes sociales del mundo.
A miles de kilómetros de distancia, en California, los ingenieros de Facebook ajustaban presurosos los controles internos para frenar la propagación de desinformación y los contenidos incitadores. Las medidas de emergencia —algunas de las cuales se revirtieron después de las elecciones de 2020— incluyeron vetar a Trump, congelar los comentarios en los grupos con antecedentes de discurso de odio, filtrar el lema “Stop the Steal” (Paren el robo) y etiquetar a Estados Unidos como “Lugar de alto riesgo temporal” por violencia política.
Al mismo tiempo, la frustración dentro de Facebook estalló por lo que algunos vieron como la respuesta vacilante de la empresa al aumento del extremismo en Estados Unidos.
"¿No hemos tenido tiempo suficiente para averiguar cómo gestionar el discurso sin permitir la violencia?”, escribió un empleado en un tablero de mensajes interno en el momento álgido de los disturbios del 6 de enero. “Hemos estado alimentando este fuego durante mucho tiempo y no debería sorprendernos que ahora esté fuera de control”.
Es una pregunta que todavía pende sobre la compañía hoy, mientras el Congreso y los reguladores investigan el rol de Facebook en los disturbios del 6 de enero.
Los nuevos documentos internos proporcionados por la exempleada de Facebook Frances Haugen permiten dar un vistazo a cómo la empresa parece haber tropezado simplemente con los disturbios del 6 de enero. Rápidamente quedó claro que, incluso después de años bajo el microscopio por la insuficiente vigilancia de su plataforma, la red social había pasado por alto cómo los participantes en los disturbios pasaron semanas prometiendo —dentro de Facebook— impedir que el Congreso certificara la victoria electoral de Joe Biden.
Los documentos también parecen reforzar la afirmación de Haugen de que Facebook antepuso su crecimiento y sus beneficios a la seguridad pública, permitiendo echar el vistazo más claro hasta ahora a cómo los impulsos contradictorios de Facebook —salvaguardar su negocio y proteger la democracia— chocaron en los días y semanas previos al intento de golpe de Estado del 6 de enero.